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Después de las bodas por la Iglesia, civiles, por ritos exóticos, por poderes, playeras, etc., hemos podido descubrir una nueva modalidad: las bodas para poder cobrar exclusivas. Este es el caso del “paripé” perpetrado por una protagonista mediática de los dimes y diretes “pantojiles”, que se “casó” ante las cámaras a principios de octubre, con el decidido propósito de hacer caja.
El pasado día 6 de octubre se publicó en este medio un artículo mío, 'Los heridos no pueden esperar', en el que me hacía eco de una intervención del Papa en relación con el problema (problemón) de los abusos espirituales y de poder en el seno de la Iglesia, y justo ese mismo día aparecieron en los medios de comunicación dos noticias directísimamente relacionadas con esto y con una gran repercusión en todos los medios de comunicación.
Observo que en general ha tenido buena aceptación la reciente intervención del Papa en la rama laical de Comunión y Liberación, una de las realidades eclesiales surgidas en el siglo XX y que, como otras, tiene un problema que arranca prácticamente de su fundación: El ejercicio anómalo de la autoridad en el seno de la institución.
Conforme va pasando el tiempo y haciéndome más viejo, muchas cosas en las que creía se me van volviendo más confusas. Por ejemplo: si nuestro planeta tiene sesenta y cinco millones de años ya es casualidad que ahora se produzca un calentamiento global. Yo aprendí cuando era joven que existió una edad del hielo, hoy ya no estoy tan seguro.
Este año el veranillo de siempre nos trajo, como regalo, lo que todos estábamos esperando, “la liberación” del monstruo silencioso, con nombre de comic terrorífico, “Covid’19”. España entera se llenó de sol, de multitudes, de vida… Las sonrisas campaban a su anchas… Los ojos brillaban con la ilusión y esperanza de que el dichoso bicho ya no volviese.
El pasado día 30, la TV de la Iglesia entrevistó a una «pobre» señora que había perdido tres chalés que dedicaba al turismo seguramente, pues no lo dijo, porque como segunda residencia no creo que fuera, se lamentaba y reclamaba ayuda al gobierno. No he visto ninguna a los pequeños propietarios y agricultores, esos que han perdido todo por efecto de Cumbre Vieja. mientras la Iglesia solo ha ofrecido rezos, frente a las próximas ayudas del gobierno de coalición.
Sr. Marhuenda, en el libelo con el que se ha despachado a gusto contra el Santo Padre en su artículo de opinión, tiene el atrevimiento público de declararse católico y acusar al mismo Dios, le recuerdo que el Espíritu Santo es Dios, de confundirse inspirando a los Cardenales un candidato “catastrófico”. Se ve que es de pluma ligera, pero en cambio no demuestra estar muy ducho en temas doctrinales.
La Iglesia católica dispone de diferentes agentes oficiales para desarrollar su misión a nivel institucional. Y entre estos se encuentra la Conferencia Episcopal cuya naturaleza y carácter se establece en el canon 38 del Decreto ChristusDominus sobre el ministerio pastoral de los obispos del papa Pablo VI en octubre 1965.
Mucho morbo ha creado la renuncia inesperada de Xavier Novell, obispo de Solsona. No es mi propósito unirme al enjambre de comentaristas y tertulianos que especulan sobre los motivos que han llevado a Xavier Novell a renunciar a la sede episcopal de Solsona. El tema de fondo es el celibato obligatorio de la clerecía.
En la entrevista que pudimos oír la pasada semana, a requerimiento del maestro Herrera, el Papa Francisco abordó con naturalidad y sencillez cuantas preguntas le fueron formuladas sobre el papado, su salud, su “jubilación”, la implicación de la Iglesia en la pederastia, las finanzas del Vaticano, etc., etc. Me impactó especialmente su confesión de sentirse pecador.
Tiene su origen en el eclesiástico debido a sus antecedentes, ya que la universidad nace al amparo de la Iglesia en el siglo XIII. En este sentido, podemos citar la Universidad de Salamanca que fue fundada en el año 1218 por el Rey Alfonso IX de León y que en 1255 Alejandro IV reconoce la validez de los grados otorgados por esta universidad gracias a la publicación de las bulas pontificias correspondientes.
La torre invicta. El campanario de la iglesia resiste la inundación de un pantano. Es la historia que encontramos por doquier: construcciones antiguas que recuerdan la fragilidad de los nuevos edificios. El autor apuntala este hecho en este libro que nos deja una narrativa tan impactante como la historia contada.
Hace bastantes años, allá por los 60-70, impartía lo que se conocía como docencia, en un importante colegio religioso de la capital. En aquellos días la docencia estaba influenciada por la situación política: educación para una buena convivencia y orientación profesional para un equilibrio personal. El sistema educativo, el que yo practiqué, estaba basado en la reflexión y en la deducción..., la memoria en los libros.
Cuando, en la actualidad, se quiere explicar lo que fue la Inquisición, se utiliza el “devenir de la historia social de Europa” como paraguas protector. Cuando, en el siglo XXI, se quiere justificar los “devaneos” de la Jerarquía religiosa, se utiliza, hipócritamente, una palabra “cuasi sacra”: prudencia comprensiva reparadora.
Siento cómo se resquebrajan las ramas de un árbol al que la Iglesia maneja como si fuera un títere. La bandera de una "selección" desintegradora, ondea orgullosa,, bendecida con el agua del Jordán. Fuera, "perdidos" en el arenal de un evangelio manipulado, muchos buscamos la "VERDAD", la integradora... La de CRISTO... Sólo encontramos "pastores utilitarios"... Asambleas de "Jerarcas" reutilizados por políticas contrarias a sus principios.
No es suficiente que se incluya en la renovación del Código de Derecho Canónigo un artículo que especifique la pederastia como delito contra “la dignidad humana”. Este reconocimiento no se debe a un verdadero arrepentimiento ante Dios, sino el resultado de la fuerte presión popular contra los delitos sexuales que se cometen en diversas instituciones de la Iglesia Católica.
No es que pretendiera que se creara una nueva profesión la de cura-ganadero. Se trataba de inculcar en los sacerdotes el acercamiento al rebaño con “sonrisa de padre”.
Leo en la prensa la “llamativa” situación de la Iglesia en Cataluña. Sin entrar en detalles, ya a disposición de cualquier persona interesada, sí creo oportuna una breve reflexión personal, como católico y como ciudadano español.
La brisa acaricia mis mejillas moradas por el frío, pero en mi elección he sido yo, me salió del alma, como brota el agua de un manantial, como la risa de un padre cuando ve crecer a su primer hijo (el segundo no le sorprenderá), como la recuperación tras una larga y penosa enfermedad que pudo ser… mortal.
La voz de alerta la ha dado Manuel Martínez Martínez, Doctor en historia y profesor de la Universidad de Almería, ciudad en la que nació en 1955. Permítanme decir al principio de este comentario, que cuando me desplacé a vivir a Barcelona, desde mi Puerto Real gaditano, con 22 años, mi conocimiento sobre la realidad gitana no iba más allá de la que yo vivía personalmente en el seno de mi familia.
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