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Juan Antonio Freije Gayo
Profesor de Geografía e Historia en un instituto Oviedo (jubilación en septiembre de 2023). Le preocupa, sobre todo, el asunto de la libertad individual, que considera menguante en nuestros tiempos, y sobre eso reflexiona y escribe. Ha publicado algunos libros relacionados con su labor docente, que se pueden encontrar en Amazón: Síntesis de Historia Contemporánea de España (formato Kindle) o Apuntes de Historia de España (kindle y papel). Y algún otro libro más personal, como Glosas para la libertad (kindle y papel), entre otros. |
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Relata Kafka, en “La Metamorfosis”, la mutación del protagonista, que se acuesta humano y se levanta convertido en un enorme insecto. Se dice que Kafka entrevé, de esa manera, la venida inminente del totalitarismo, tal vez sin saber de manera exacta de qué se trata, y lo refleja en sus obras. Su entorno familiar y, sobre todo, la condición de funcionario, oficio primordial ligado a cualquier deriva tiránica, favorecen esa suerte de precognición.
Se me antoja la lucidez de pensamiento cualidad escasa o rara avis que solo inspira a unos pocos. Tanto es así, que se asocia a la genialidad. Conocemos, a lo largo de la Historia, y en el presente, la existencia de semejantes de gran inteligencia o ingenio, pero huérfanos de lucidez. No está claro en qué consiste esa virtud, ni hay acuerdo sobre quiénes la poseen.
No cuenta como memoria, en sentido estricto, y a juicio de quien suscribe, la ciencia historiográfica, pues se trata de una reconstrucción intelectual de los hechos y procesos del pasado. Y aunque una y la otra, memoria e historiografía, sean conceptos más análogos que unívocos, alcanzamos a diferenciarlas, al menos si partimos de las acepciones utilizadas en relación con lo que aquí tratamos.
Andamos, en el contexto de estos días, a vueltas con la democracia, ese concepto ajado, vociferado y reclamado. La pensó Churchill como “el peor de los sistemas exceptuando todos los demás”, lo que, en román paladino, supone estimarla como el menos malo de los regímenes, que no destaca por sus límpidas virtudes sino por excluir a otras formas de gobierno mucho más execrables.
Otro verano que llega y se irá. Entropía y azar. Su sola mención provoca desazón en el sujeto pensante. Más allá de la segunda ley de la termodinámica, la derivación filosófica de la inapelable tendencia al desorden se presenta ineludible. Sabemos que el tiempo fluye y no conocemos, porque tal vez no existe, el mecanismo para desandarlo.
Hablemos de élites. El término atesora, en parte, el viejo concepto de aristocracia, evolucionado ahora, si tomamos la palabra en sentido estricto, desde aquella nobleza estamental y jurídica a otra que no depende tanto de la sangre como del mérito. Al menos, eso creíamos los hombres y mujeres a los que nos ha tocado transitar el tiempo a caballo entre el siglo XX y el siglo XXI.
Espectro es uno de los apelativos que utilizamos para referirnos a los fantasmas. Del latín, 'spectrum', se establece esa acepción como la primera del término en el diccionario de la RAE. Le siguen otras significaciones de naturaleza científica.
En días preelectorales, pienso en Hamlet, personaje universal producto de la inventiva de Shakespeare, siendo, por otra parte, susceptible la obra que lo contiene de interpretaciones y significados varios. Entre los mismos, creo yo, no es poco importante el referido a las relaciones entre la Razón y el Poder, basada la primera en principios y fundamentado el segundo en un ámbito cuya única razón es el poder mismo.
Aunque criticada por su nivel de simplificación, la teoría del cerebro reptiliano, difundida por el neurólogo Paul D. MacLean en la década de 1960, se presenta atrayente para los legos en la materia, como es el caso de quien suscribe, pues nos retrotrae a otros esquematismos explicativos, verbigracia, el de infraestructura/superestructura.
Se advierte muy en boga la referencia a la guerra cultural, bastante relacionada con la propaganda de siempre que, como los viejos rockeros, nunca muere y solo se adapta a las circunstancias; es sabido que adquiere especial relevancia durante los conflictos bélicos, pero también inunda los tiempos de paz, en el marco de la contienda política diaria, ligada a la dinámica del Poder.
Afirmó Heidegger que “el hombre es un ser de lejanías”. Conocí dicha aseveración, ya hace muchos años, a través de Francisco Umbral, que la embutía con frecuencia en sus escritos; incluso hay una obra, entiendo que póstuma, del vallisoletano titulada así (“Un ser de lejanías”). La frase puede ser descifrada de maneras muy diversas pero, en todo caso, creo que se refiere a nuestra fascinación, como humanos, por lo lejano en el espacio o en el tiempo.
Allá por los años sesenta del siglo XX, en el contexto de la España del desarrollismo, publicó Díaz Plaja un ensayo de éxito, titulado “El español y los siete pecados capitales”. Al de la envidia se le dio el papel de intérprete principal. El autor relacionaba, según se desprende de su obra, la aludida pulsión con una supuesta idiosincrasia española, y temo que se trata de una índole asaz universal.
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