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Luis Méndez Viñolas
Luis Méndez Viñolas
La doctrina del demócrata Truman establecía que los malos eran tales y que quienes estuvieran contra ellos serían los buenos. Todo estaba claro: los tales eran fijos, no cambiantes como ahora

Aquello de Bush hijo de los buenos contra los malos fue una idea genial. A veces las mentes más simples disponen de los recursos más eficaces. ¿Por qué complicarnos la vida queriendo establecer gradaciones morales condicionadas si todo se resume a eso: a escuchar atentamente a los gurús del pensamiento oficial y seguir sus recetas?

¿La prensa y los políticos nos pueden hablar de bombas atómicas y dejar la cosa ahí? ¿Somos sus vasallos, sus objetos, su ganado al matadero?

Tenemos unos políticos y escritores aparentemente realistas que viven en el mejor de los mundos, a no ser que sepan algo que nosotros ignoramos. No es que no tengan sueños, el problema es que no tienen pesadillas (que podrían materializarse). En esa página lapa pegada a nuestro ordenador, mezcladas con la información más banal, aparecen noticias tremebundas que mueven a dudar bien de su credibilidad, bien de su cordura, dado el resto de la información.

Para responder recurrimos a una respuesta que dan los historiadores británicos a sus mentiras sobre la derrota de la Armada Invencible: sabemos que no fue así, pero queremos creérnosla. Nos da fuerza histórica

Partimos de la idea, junto a muchos otros, de que la UE no va bien ni en lo político ni en lo económico ni en lo social; ni siquiera en lo cultural. No digamos en lo bélico. Seguramente la Comisión Europea —especialmente la Sra. Von der Layen y el Sr. Borrell, ambos elementos incomprensiblemente pugnaces-- está encantada de su labor, lo cual es más preocupante.

Sin exagerar, parece que es Marruecos el aliado integrado en la UE y en la OTAN y no España

Macron pertenece a una generación de políticos que intenta tapar con acciones en el exterior sus fracasos en el interior. Ahora (es un decir) nos ha tocado a nosotros soportar ese tipo de políticas parasitarias. Más a los saharauis que a nosotros. Es decir, que a pesar de que se ondea la bandera de los derechos humanos en abstracto no hay inconveniente en recolonizar (en beneficio de Marruecos y de Francia) lo que está mandatado descolonizar (en perjuicio de España).

Lo bueno de la curiosidad es que ayuda a descubrir lo equivocado que estaba uno la semana anterior. Salvada la digresión inicial, que tiene su intención, hay que decir que el drama de la dana ha evidenciado una vez más el ínfimo nivel dialéctico de nuestra clase política, lo cual impide saber qué pasa realmente. Consideramos clase política a todo emisor de opiniones políticas con repercusión social.

Recientemente se ha planteado un conflicto entre España y Méjico por el asunto de la colonización. Sin negar las lacras del colonialismo, se tiene la sensación de que todavía resuenan los ecos de la Leyenda Negra sin que se haya separado lo real de lo propagandístico ni se haya desenmascarado su verdadera finalidad: destruir a un imperio para sustituirlo por otro.

Se están tomando medidas muy peligrosas sin que se cuente para nada con los sujetos que habrán de padecerlas. Si no véanse muchas de las decisiones de la UE, que pueden recortar o acabar con la protección social de sus estados. Recuérdese el nefasto TTIP. El derecho comunitario impera sobre las constituciones nacionales; una paradoja jurídica dado el menor grado de legitimidad de aquel.

Antes de comenzar hay que hacer una aclaración: la terminología utilizada puede parecer imprecisa, incluso errónea. ¿Por qué? Simplemente porque las cosas son así, imprecisas: no tenemos la culpa de que los nombres de los partidos no se correspondan con sus actuaciones ni los nombres de las actuaciones con sus contenidos. Y no estamos hablando de estrategias, que pueden ser objetivos remotos, sino de tácticas a corto y medio plazo.

En la actualidad mucha gente que se cree importante bebe veneno en copas de oro. Hay países que primero entregan el yelmo, después el escudo, finalmente la espada. Acto seguido cogen la bayeta de fregar. Europa no ha comprendido que el tren del acierto pasa una vez y el del desastre constantemente.

Ya no es fácil saber (si es que alguna vez se supo públicamente) cuál era el proyecto inicial de la hoy UE. Las declaraciones y actos de sus representantes jamás han avanzado en paralelo y con claridad. ¿Un gran proyecto para el desarrollo y la coordinación económica de naciones soberanas? ¿Un proyecto político confederal? ¿Un proyecto federal? ¿Un proyecto bienintencionado? ¿Una trampa para encadenar un continente a otro?

Decíamos que la censura de hoy no necesita ni tijeras ni brochas. Más sutil, le basta con volcar toneladas de paja sobre la aguja de oro (la información veraz) y a su vez fomentar animadversiones contra aquellos que no comulguen con ruedas de molino. Todo esto tiene un efecto degenerativo: que la mentira consentida o compartida, sin reproches morales, impregne todo el pensamiento. Amoralidad y ausencia de reflexión crítica.

La libertad de expresión se plantea como una cuestión resuelta. Pero en este mundo traidor no hay nada resuelto ni garantizado. Al revés, parece que entramos en un periodo de arbitrarias animadversiones, tendentes al tratamiento distinto de cosas iguales. Parcelar la libertad de expresión es acabar con ella. Es problema similar al de la justicia: parcialmente aplicada (no juzgo a mis amigos y persigo a mis enemigos por los mismos delitos) que fácilmente puede degenerar en arbitrariedad.

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