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Luis Méndez Viñolas
Luis Méndez Viñolas
¿Hemos luchado por la libertad, su libertad, y ahora no podemos comprar donde queramos?

El mayor bien que le pueden quitar a una persona, a un pueblo, a una cultura, es el de la voluntad. Sin ella todas las virtudes de las que se disponga son endebles, precarias, seguramente efímeras. Sus sujetos pueden ser fuertes temporalmente, pero si caen, es fácilmente esperable que no se levanten, bastante tenían con estar en pie.

La cultura europea ya no existe. Hollywood, la CNN, su rock and roll, como ejemplos paradigmáticos absorbentes de todo lo demás, han acabado con ella

Quizás sea la falta de esperanza la que haya encerrado a muchos ciudadanos en el círculo vicioso Biden–Trump, provocando que el segundo sirva para blanquear al primero. Quizás la perspectiva de estos ciudadanos, o de la prensa que leen, es la de que cuando Trump acabe su ciclo –si lo acaba-- le sustituya un nuevo Biden o un nuevo Blinken.

La información está mayoritariamente en manos de empresas privadas (aunque subvencionadas) partidarias solapadamente del despido libérrimo

Europa (la UE) es una de las partes del mundo que más agudamente está sufriendo una crisis que ha contribuido a consolidar y de la cual está siendo más victima que beneficiaria. Posiblemente la culpa la haya tenido una parte importante de la prensa oficialista, que no ha querido o podido alertar sobre lo peligroso que es anteponer los intereses de otra nación (error letal) a los propios.

Sabemos que en Gaza pasan cosas muy malas, pero no qué cosas; además, carecemos de imágenes que lo demuestren y que sensibilicen a la opinión pública

El pasado noviembre, 230 miembros de la industria de los medios de comunicación británicos, entre ellos 101 de la BBC, firmaban un escrito en el que criticaban a esta corporación por no realizar "un periodismo consistentemente justo y preciso basado en evidencias en su cobertura de Gaza". Destacamos que la BBC es una institución pública, lo que aumenta sus obligaciones informativas y éticas con el público.

El problema más grave de la Unión Europea es su generalizada inconsciencia, blindada ésta mediante unos cortafuegos que impiden que el malestar de los ciudadanos se materialice de forma adecuada. Bloomberg, empresa mundial de información financiera, afirma que “Alemania se desmorona cuando Europa más la necesita”.

Aquello de Bush hijo de los buenos contra los malos fue una idea genial. A veces las mentes más simples disponen de los recursos más eficaces. ¿Por qué complicarnos la vida queriendo establecer gradaciones morales condicionadas si todo se resume a eso: a escuchar atentamente a los gurús del pensamiento oficial y seguir sus recetas?

Tenemos unos políticos y escritores aparentemente realistas que viven en el mejor de los mundos, a no ser que sepan algo que nosotros ignoramos. No es que no tengan sueños, el problema es que no tienen pesadillas (que podrían materializarse). En esa página lapa pegada a nuestro ordenador, mezcladas con la información más banal, aparecen noticias tremebundas que mueven a dudar bien de su credibilidad, bien de su cordura, dado el resto de la información.

Partimos de la idea, junto a muchos otros, de que la UE no va bien ni en lo político ni en lo económico ni en lo social; ni siquiera en lo cultural. No digamos en lo bélico. Seguramente la Comisión Europea —especialmente la Sra. Von der Layen y el Sr. Borrell, ambos elementos incomprensiblemente pugnaces-- está encantada de su labor, lo cual es más preocupante.

Macron pertenece a una generación de políticos que intenta tapar con acciones en el exterior sus fracasos en el interior. Ahora (es un decir) nos ha tocado a nosotros soportar ese tipo de políticas parasitarias. Más a los saharauis que a nosotros. Es decir, que a pesar de que se ondea la bandera de los derechos humanos en abstracto no hay inconveniente en recolonizar (en beneficio de Marruecos y de Francia) lo que está mandatado descolonizar (en perjuicio de España).

Lo bueno de la curiosidad es que ayuda a descubrir lo equivocado que estaba uno la semana anterior. Salvada la digresión inicial, que tiene su intención, hay que decir que el drama de la dana ha evidenciado una vez más el ínfimo nivel dialéctico de nuestra clase política, lo cual impide saber qué pasa realmente. Consideramos clase política a todo emisor de opiniones políticas con repercusión social.

Recientemente se ha planteado un conflicto entre España y Méjico por el asunto de la colonización. Sin negar las lacras del colonialismo, se tiene la sensación de que todavía resuenan los ecos de la Leyenda Negra sin que se haya separado lo real de lo propagandístico ni se haya desenmascarado su verdadera finalidad: destruir a un imperio para sustituirlo por otro.

Se están tomando medidas muy peligrosas sin que se cuente para nada con los sujetos que habrán de padecerlas. Si no véanse muchas de las decisiones de la UE, que pueden recortar o acabar con la protección social de sus estados. Recuérdese el nefasto TTIP. El derecho comunitario impera sobre las constituciones nacionales; una paradoja jurídica dado el menor grado de legitimidad de aquel.

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