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Luis Méndez Viñolas
Ha publicado en el Diario Sur, Sol de España, bajo la dirección de Haro Tecglen; Ideal de Granada; Periodistas en español; Nueva Tribuna, El obrero prensa transversal; Margen cero, revista cultural; Rebelión, uno en Diario 16 y uno en la revista del Ministerio de Educación. Así mismo una novela ensayo (El club de los suicidas o el malestar de la conciencia). |
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En El Criterio, Balmes (muerto en 1848) dice: “El pensar bien consiste: o en conocer la verdad o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella. La verdad es la realidad de las cosas. Cuando las conocemos como son en sí, alcanzamos la verdad; de otra suerte, caemos en error. Conociendo que hay Dios conocemos una verdad, porque realmente Dios existe…”.
¿El modelo actual de unidad europea era el deseado inicialmente? Creemos que no. La aspiración de los europeos era esencialmente democrática y pacifista. Pacifista: no hay que olvidar que una de las principales motivaciones de su nacimiento fue evitar nuevas guerras como la causada por la Alemania nazi y sus aliados con más de sesenta millones de muertos.
Cada argumentación tiene parte de verdad y parte de mentira. O de error. No todo lo que no es verdad ha de ser producto de la mala intención. Este es el caso de: vota, que se dirime tu futuro. Pero, no, el futuro de Europa lleva mucho tiempo delineado.
Hoy día no son pocos los que oyen hablar de democracia europea como quien oye llover. Ni los gobiernos, ni los parlamentos, ni los partidos políticos, ni la mayoría de los medios de comunicación, ni las academias, se esfuerzan para subsanar esta desidia yendo a sus causas y señalando todas las insuficiencias e irregularidades de un proyecto tan abstruso.
Uno de los tantos problemas de la “comunidad internacional” es que no es ni comunitaria ni internacional. El término se debería reservar sólo para el conjunto de países que integran la ONU. No obstante, no hay que ser un lince para saber que ciento noventa y tantos países pueden menos que siete u ocho. Tenemos el ejemplo de Palestina.
Hay que dar las gracias a Milei por ser tan transparente y no hacer como aquí, que se embarran las cosas de tal modo que no se sabe a ciencia cierta quién es quién y qué persigue cada cual. Gracias, porque después de explicar qué es la motosierra y escribir en la pizarra que “la justicia social es una aberración” y que “el Estado no es la solución, es el problema mismo”, haya dejado señales entizadas en los ternos de importantes empresarios españoles.
Hay cosas cómicas que hay que tomar muy en serio. Son gansadas que retratan nuestro mundo. Representan el ombliguismo que nos rodea. El término es magistral: define aquello que cree está en el centro del cuerpo (del universo), sin reparar que su función se volvió inútil hace ya tiempo.
En “La isla de los pingüinos” Anatole France (Premio Nobel, 1921) aborda con ironía el asunto del formalismo. Después de que el personaje inicial, Mael, por su vejez y casi ceguera, bautice a unos pingüinos creyendo que son hombres, se abre en el cielo una diatriba para establecer si ese bautismo es válido. No se puede ir contra las formas. El problema se resuelve finalmente aceptando la propuesta de que los pingüinos se transformen en humanos (unos pingüinos bautizados terminarían en las llamas eternas, en cuanto no cumplirían con la ley de Dios).
La vida no es como una caja de bombones. La frase de Forrest Gump, tan famosa (¿?), presupone un mundo feliz en el que no hay bombones rellenos de hiel. Sin embargo, el propio Gump debe saber que no es así en cuanto su vida no es precisamente afortunada.
NBC News y otros medios recogen la siguiente noticia sobre las investigaciones de un nutrido grupo de científicos: "Pruebas empíricas indican al menos una posibilidad realista de experiencia consciente en todos los vertebrados (incluidos reptiles, anfibios y peces) y en muchos invertebrados (incluidos como mínimo moluscos cefalópodos, crustáceos decápodos e insectos)…".
Dicen que una de las mayores habilidades del demonio es la de hacernos creer que no existe. ¿Podría ocurrir lo mismo con acontecimientos aparentemente impensables? Nosotros estamos convencidos de que existe la intención insana de vulgarizar nuestra cultura, la española. Y que no es por una cuestión estética, sino estratégica. Y una y otra vez necesitaremos hacer la misma aclaración: no somos españolistas (qué absurdo aquello de españolear).
España se enfrenta a tres o cuatro asuntos de complicada solución. Decimos asuntos para no resultar tóxicos. Uno está situado en el noreste del territorio nacional (Cataluña). El otro al sur, fuera de nuestras fronteras (Marruecos). El tercero, el más preocupante, está en-clavado en el espíritu mismo del país. Este asunto no se puede desligar de la repercusión que puede tener una configuración desafortunada de Europa. Pasemos al primer asunto.
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