| ||||||||||||||||||||||
A lo largo de mi vida he sido una especie de depredador literario. Desde mi más tierna infancia me he leído hasta los prospectos de las medicinas. Todo se inició durante una enfermedad infantil que sufrí cuando apenas tenía ocho años. La obligatoria permanencia en cama se me hizo más corta porque mis padres me proporcionaron unos pequeños libritos editados bajo el nombre de “pulga”. Bendita circunstancia.
Desde el campo de la biología se define la vida como la capacidad de nacer, respirar, desarrollarse, procrear, evolucionar y morir. Cuando se ve desde fuera podemos considerarlo como un espectáculo impresionante. Pero cuando participas de alguna forma de su nacimiento, el hecho se convierte en una vivencia maravillosa e inimitable.
De una manera muy simple podemos determinar que el denominado tercer sector recoge las prestaciones que no pertenecen al sector privado, dirigido a conseguir beneficios económicos para sus propietarios o accionistas, ni tampoco al sector público, en el que están todos los organismos que dependen del Estado.
El ser humano siempre ha pretendido ser una especie de dios. Sus aspiraciones pasan por manejar a su antojo el nacimiento, el desarrollo, la vida adulta y la muerte de sus semejantes. Los que tienen el poder político también se afanan en imponer a la sociedad la forma de nacer, vivir, reproducirse o morir a su antojo.
El dichoso COVID, que se coló en nuestras vidas y en nuestros pulmones hace ahora tres años, nos obligó a aceptar la dichosa mascarilla quirúrgica en todo el mundo, hasta el punto que esta se llegó a transformar en un objeto imprescindible que hasta llegó a crear una moda y un diseño adaptado a diversas situaciones.
En mi modesta opinión ambas definiciones están bastante relacionadas. Se habla de zona de confort como la permanencia en un estado psicológico en la que la persona se siente segura. La calidad de vida se evalúa basándose en diversos estados personales que podemos sintetizar como bienestar físico, material, social o emocional.
A los buscadores de buenas noticias nos gusta más hurgar en la vida de personas concretas que comentar hechos indeterminados fruto de trabajos colectivos. Es decir, nos gusta poner cara a los generadores de situaciones positivas. Hoy me quiero referir a una persona que lleva muchos años en Málaga formando a riadas de muchachas así como transmitiendo buen hacer desde sus dedicaciones profesionales y de voluntariado.
Parece ser que se han olvidado las recomendaciones que recibíamos en nuestra infancia y adolescencia, en las que se nos invitaba al destierro del uso de lo que se denominaba como “palabras malsonantes” de nuestro vocabulario habitual.
No pasamos precisamente por los tiempos en que los reyes de todo tipo gocen de buena prensa. El pueblo en general ya se fía bastante menos de la realeza, dado el ejemplo que algunos nos dan. Incluyendo a los cuatro reyes de las barajas de Fournier.
Para un recopilador de buenas noticias la temática para esta buena noticia de hoyse podía centrar en la celebración del aniversario del nacimiento de Jesús de Nazaret. El inicio de la historia más grande jamás contada. Pero han llegado a mis manos unos comentarios a propósito de la Navidad vertidos por el Papa Francisco en uno de sus discursos recientes.
Eran tiempos convulsos en los Estados Unidos en plena guerra del Vietnam ante unas masas enfervorecidas y bastante cabreadas por la situación en general y el trato a los miembros de la comunidad afroamericana en particular. El discurso planteaba los deseos del líder del movimiento en pro de los derechos civiles norteamericanos, basándose en una serie de sueños reivindicativos, especialmente referidos a la comunidad negra del país.
Estoy convencido de que algún colectivo se sentirá ofendido por este artículo así como por el uso del genérico. Como comprenderán, me refiero a personas, animales y cosas de ambos sexos. El fondo de la cuestión es que, a mi parecer, nos estamos pasando.
Ha caído en mis manos un delicioso librito con este título. Su autor es un viejo amigo mío, que ejerce su vocación de sacerdote en una parroquia malagueña. Es un gran poeta, teólogo, escritor y sobre todo cura, que une su extraordinaria capacidad intelectual con su sencillez para acercarse al Evangelio.
Según dicen los expertos, la palabra ángel significa “mensajero”. Es más, curiosamente la mayoría de las religiones, especialmente las monoteístas, consideran la presencia de los ángeles como intermediarios entre Dios y el resto de la humanidad.
Tenemos que saber distinguir perfectamente las dos principales motivaciones que hacen llegar a un país esa riada de foráneos. Se trata de los que vienen por diversión y los que vienen buscando un trabajo que les permita disfrutar de una vida mejor.
A lo largo de toda mi vida, afortunadamente, he tenido un escaso y casi nulo contacto con los señores jueces. Que yo recuerde he pasado por un juzgado solo una vez. Por un tema de tráfico. Posteriormente, hace años, conocí a un juez que pertenecía a uno de mis grupos de amigos. Pero le traté muy superficialmente.
A lo largo de la pasada semana nos han estado anunciando la posible caída de los restos de un cohete espacial chino sobre alguna zona de España. De hecho estuvo amenazado el tráfico durante unas horas en el espacio aéreo hispano. La buena noticia, que hemos conocido posteriormente, es que esos restos cayeron en el Pacífico Sur hace un par de días.
Hace la friolera de veintinueve años tuve la oportunidad de contribuir modestamente al nacimiento de una parroquia en un barrio humilde de la periferia de la ciudad. Se encontraba ubicada en unos bajos comerciales cedidos por el Ministerio de la Vivienda, ocupando una especie de tubo de aproximadamente cien metros cuadrados.
Siempre se ha dicho que existen tres niveles de mentiras: las mentirijillas, las mentiras gordas y las estadísticas. En ese orden. Yo añadiría un estadio superior: las encuestas. No es que obligatoriamente sean tramposas. Es que son muy manejables por aquellos que las preparan.
En un artículo que escribí hace una docena de años, me quejaba de la poca colaboración de las grandes cadenas de alimentación con los bancos de alimentos. En estos tiempos, gracias a Dios, esta circunstancia ha cambiado, para bien, extraordinariamente y la solidaridad de las grandes superficies es patente.
|