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San Rafael Arnaiz Barón, Estudiante de Arquitectura y finalmente monje Trapense en el Monasterio de Dueñas. Falleció a los 27. Su permanente conversación con Jesús ante el Sagrario, su permanente recorrido del Vía Crucis, reviviendo los pasos de su Señor y Amigo, su constante búsqueda de la voluntad de Dios, juntamente con su fe, su esperanza y su caridad hicieron de su vida un recorrido “escondido” en Dios y un camino silencioso de enseñanza mística de Jesús.
En las páginas de la vida, a menudo nos encontramos con momentos de soledad, confusión y desesperación. Pero en esos momentos oscuros, podemos recordar las palabras de Jesús y encontrar consuelo en su promesa de estar siempre a nuestro lado, llevándonos en sus brazos cuando más lo necesitamos.
Este domingo II de Pascua es llamado de la “Divina misericordia”, y la verdad es que si de algo está necesitado el mundo es de misericordia. El papa Francisco lo ha recordado hace pocos años, haciendo propaganda del libro de Kasper. Es una palabra que viene de miseria y de corazón, sentir con nuestro corazón la miseria de los demás.
Me enseñaron de niño la dulzura, de amarte de verdad y ser Tu amigo, y a no ponerte nunca por testigo para no caer en la senda oscura. Y también me enseñaron, por ventura, la manera de estar siempre contigo, para arrojar con fuerza al enemigo que me insta a renunciar a Tu hermosura.
Los cristianos recogieron todos los elementos de las Saturnales para cristianizar dicha celebración popular pagana del solsticio de invierno que se celebraba del 21 al 25 de diciembre. La transición de las Saturnales a la Navidad duró siglos. Fue el Concilio de Tours (567) que decretó período festivo entre el 25 de diciembre al 6 de enero.
De la influencia hegemónica del cristianismo en el ámbito social se va pasando a una lenta pero persistente repaganación social. Tiempos ha, aun cuando solamente fuese externamente, las personas se manifestaban cristianas. Hecho que ha convertido el cristianismo vivo que ejerce influencia benéfica en la sociedad en uno de pandereta, folclórico, de barbacoa.
Nadie en la tierra puede decir yo soy Jesucristo, empero algunos dicen, el que me escucha a mí escucha a Dios. Estos se aprovechen de la situación social, es un abuso, ladronzuelos. Por supuesto, no todos son vendedores de esa identidad.
En determinada ocasión un amigo científico me exteriorizó que había visto un programa de televisión y en muchas ocasiones ha leído ciertos libros y conversado con amigos de la existencia del hombre, de lo que establecen los libros de historia acerca de este tipo de temas. Y que estaba un poco confuso.
No puedo hablar por experiencia pero sí mencionar la de la actriz Carme Elías: “Lo más terrible es que veo los pasos que va haciendo la enfermedad. El Alzheimer es como un ratón que cada día se come un trocito de tu cerebro. De momento solo para comer, pero pronto querrá comer, almorzar y desayunar hasta que haya acabado mi cerebro”.
Estas palabras de Jesús sirven para diagnosticar la salud o la enfermedad de la sociedad actual: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10: 27). Son el antídoto contra el virus del individualismo fomentado por el capitalismo.
Rosana Torres pregunta a la actriz Rosa María Sardà, ¿La felicidad no es posible, cómo afirma en uno de sus relatos? La respuesta que da la actriz-escritora es muy categórica y refleja el sentir de muchas personas: “La felicidad auténtica solamente existe en la imaginación”. Según la actriz, la felicidad es una quimera.
“Una de las cuestiones clave a las que nos tenemos que enfrentar es si nuestras vidas acaban después de la muerte. La creencia en la eternidad determina nuestros hechos. Por lo tanto, es crucial determinar qué hay de mortal en nosotros, qué hay de eterno, y que atesoremos la parte eterna. La mayoría de las personas hace todo lo contrario”, (Blaise Pascal).
Bienaventurados cuando os maldijeren y os persiguieren y dijeren todo mal contra vosotros, mintiendo por mi causa, (Mateo 5:11-12). No nos extrañen, pues las persecuciones y los castigos. Jesús dijo: “Yo estaré con vosotros hasta el final de los siglos”. Esa es nuestra confianza. Vosotros sois la Sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida ¿con qué la salarán? (Mateo 5,13-16).
Una noticia que es intemporal y universal. Una noticia que cambió para siempre el curso de la historia y que, pese a los vaivenes de la vida y la inoperancia de muchos de sus transmisores, sigue llegando tan fresca y esperanzadora como el primer día. Llevo transmitiendo buenas noticias desde hace una veintena de años. Echando un vistazo a mi archivo descubro que cada Domingo de Resurrección acabo diciendo lo mismo.
Me diste mucho más que merecía, y yo, como un mezquino, te pagué; aunque sabes que nunca te negué y siempre procuré tu cercanía.
Hace unos días lancé al aire la preocupación que muchas personas, con las que trato habitualmente, tienen por la situación de mantener las iglesias cerradas. Remití mi artículo, inclusive, al obispado de Getafe y algún que otro religioso y sacerdote amigo.
Sólo recibí el comentario de uno de ellos, muy breve y sorprendente.
Los cristianos estamos inmersos en los días más apasionantes y evocadores de nuestra fe. Cada escena de la vida de Jesucristo que conmemoramos desde el Domingo de Ramos al de Resurrección, nos traslada al sublime mensaje que, desde hace más de dos mil años, el Hijo de Dios nos repite una y otra vez: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás” (San Juan 11,25-26).
Poco antes de morir Claudio Naranjo su hijo le preguntó: “¿Crees que la gente sabe que morirá? El padre le respondió: “Sí que lo saben, pero no lo sienten. Si lo sintiesen se convertirían en buenas personas”. El patriarca Jacob que sentía que la muerte acechaba en la esquina llamó a sus hijos para decirles: “Juntaos, y os declararé lo que ha de acontecer en los días venideros” (Génesis 49: 1).
Jesús, según el Credo de la Iglesia Católica, es la palabra de su Padre, bendecida por la acción del Espíritu Santo. El Misterio del mensaje de Jesús está envuelto en tres principios la fe, la esperanza y la caridad. La salvación, que trajo a este mundo Jesús, el Mesías, está descrita en la palabra, en sus Evangelios, en sus Santas Escrituras.
“Una de las cuestiones clave a las que nos tenemos que enfrentar es si nuestras vidas acaban después de la muerte. La creencia en la eternidad determina nuestros hechos. Por lo tanto, es crucial determinar qué hay de mortal en nosotros, qué hay de eterno, y que atesoremos la parte eterna. La mayoría de las personas hace todo lo contrario”, (Blaise Pascal).
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