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La política del amor. Es irónico. En un mundo tan interconectado, estamos más separados que nunca. Y los líderes, que deberían unirnos, nos enfrentan. La política, ese arte que debería ser la herramienta fundamental para construir una vida mejor, parece haberse convertido en una trinchera de odio y división. Esa necesidad insaciable de caminar hacia la animadversión que eclipsa la verdadera razón que realmente nos mueve y motiva a seguir viviendo, el amor.
Escribió Jean Paul Sartre en El diablo y Dios: «Basta con que un hombre odie a otro para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera». Es lo que yo creo que nos está pasando, aunque elevado, digámoslo así, a la enésima potencia.
Tenemos que poner a los descendientes en nuestro centro de atención; máxime en un tiempo en el que proliferan los conflictos, con una impunidad manifiesta y una crueldad tremenda. En multitud de rincones del mundo, especialmente en los países más míseros, cada día tenemos más chicos, que son víctimas de una horrible forma de violencia, llegados a ser forzados para combatir, siendo víctimas del odio sembrado por los mayores.
La Campaña Mundial por la Educación (CME), coalición liderada en España por las organizaciones Ayuda en Acción, Educo, Entreculturas y Plan International, ha decidido dedicar su 21ª Semana de Acción Mundial por la Educación (SAME) a combatir la proliferación de discursos de odio en las aulas. Para ello, entre el 22 y el 28 de abril, más de 1000 alumnos y alumnas de ocho Comunidades Autónomas se movilizarán en diferentes acciones de calle.
Creo en la existencia de un ser, naturaleza pura llena belleza expandible. Creo en la existencia de una vida, pletórica de fe en su origen lleno de bondad. Creo en la existencia del hombre, creyente en sus dioses, motivo de vida. Creo en una naturalez ejemplo de fecundidad sin egoísmos. Creo, también, por desgracia, que la FE de todos nosotros está desorientada.
“Hassen, to hate, detéster”, odiar. El quiasmo inserto en este título ayuda a pensar fuera de su propia retórica: si hay odio en la cultura, ¿qué cultura subsiste, al fin, en una sociedad civil? Según la RAE, “odio” se define en términos de “aborrecimiento, aversión, rencor, antipatía, desprecio, fobia, inquina, encono, rabia, tirria”. El odio empieza por casa, a veces en forma de prejuicio.
Han sido más de 500 años de fomentar un odio y rencor viscerales contra España. Cinco siglos de escarnio, vituperio, abyección y desprecio de todo lo español. España era el país en el se comían crudos a los niños. Hay dibujos, panfletos, y hojas volantes, realizados en Holanda en los que se ridiculiza al Duque de Alba comiendo niños crudos y vivos.
El ministro del Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska, ha pedido este lunes una respuesta “firme y proactiva” contra los delitos de odio en su intervención inaugural del VI Seminario de Delitos de Odio, organizado por la Oficina Nacional de Lucha contra los Delitos de Odio (ONDOD) del Ministerio del Interior. “El odio ataca la libertad y seguridad de la sociedad y nos convierte a todos en víctimas”, ha señalado.
El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha planteado que la proliferación de la desinformación y la incitación al odio a través de las redes sociales exige una acción internacional coordinada para lograr que el espacio digital sea más seguro e inclusivo.
Ahora nos dice que el 23J tendremos que elegir entre él y el PP + VOX, ¡Falso! Miente otra y mil veces. Tendremos que elegir entre PP + VOX por un lado y él + bildu + cataloseparatas + sumar + belarra + otros arrejuntados; o sea, Frankenstein. ¡Vaya, pues no mentía, porque él es Frankenstein!
No resulta fácil sustraerse a acontecimientos como los ocurridos a lo largo de esta semana, y que al menos a mí me han producido una profunda desazón interior. Reconozco que han sido dos noticias que me han sobresaltado porque coinciden con algunas de las raíces que dan sentido a mi vida: la universitaria y la católica.
No creía lo que oía. No diré la emisora de radio ni el periodista que pronunció la frase que encabeza el escrito, escuchada por mí el pasado día 19. Sí que no era eclesial, sino más bien proclive al Presidente Sánchez. No daba crédito a lo que escuchaba.
Nos están machacando hasta la saciedad, insistiendo en que la derecha actúa motivada por el odio ¿hacia quién? Hacia nadie, lo que sucede es que para quienes hacen de la propaganda negativa del contrario su mejor arma para combatirlo, el utilizar expresiones semejantes les suele resultar rentable entre una población que deberemos admitir, en muchos lugares y circunstancias locales se siente atraída por todo lo que sea potenciar viejos resentimientos.
«Madrid tiene un buen alcalde, sin duda, y una espléndida presidenta», en palabras de exvotantes de la izquierda. Hay que ser muy ignorantes para negar las evidencias. A los hechos y resultados me remito. Sin embargo, el Gobierno central prefiere gastar el dinero en 1.200 asesores a dedo que en un hospital público en previsión de nuevas olas pandémicas y de futuros contratiempos sanitarios de gran alcance.
En la memoria anual correspondiente al año 2021, la Fiscalía General del Estado destaca un dato preocupante. Se trata del aumento del número de delitos de odio. Si alarmante es la cifra lo es todavía más la radicalización de los políticos y la polarización del debate político que vomitan odio y violencia.
Hay un proceder de odio que está ahí, en continuo incremento, instando a la violencia, socavando la cohesión social y la tolerancia, vertiendo en nuestros interiores multitud de daños psicológicos, emocionales y físicos, cuestiones que afectan no sólo a los individuos, sino también a las sociedades en general.
Si las cadenas de radio y TV subyugadas al poder ocasional pasaron semanas hablando del Hospital Público Enfermera “Isabel Zendal”, quiere decir que es un modelo de hospital a destacar, como así lo han manifestados muchos de los enfermos allí atendidos. Incluso la Unión Europea ha premiado a la presidenta madrileña por la gestión efectuada por su equipo durante la pandemia. Ante eso, la izquierda brama, sin darse cuenta de su propia incompetencia.
Con sangre en mis manos, miré al enemigo. Odio, ira, no me reconozco. ¿Quién soy? ¿en quién me he convertido? Perdí mi humanidad con el tercer herido...
“Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo” (Mt 5,11-12). No son palabras mías, sino de la Persona más Excelsa Sublime e Inimitable que ha convivido con los humanos, como resumen del mandamiento, casi incumplible que son las Bienaventuranzas.
De un tiempo a esta parte, nos invade la partícula del desconsuelo, con la implicación de que todo se desmorona y deshumaniza. Parece como si nos estuvieran poniendo a prueba. Se desestabilizan los proyectos de vida, se rompen las alianzas, se invierten significantes y significados, se pone en boga la negación, se acuchilla con la mirada y el corazón se endurece como un peñasco, tras ser triturado a deshora, desorientado y descaminado.
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