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Rafa Esteve-Casanova
Contar por no callar
Rafa Esteve-Casanova nació en Valencia y estudió Relaciones Laborales y Derecho. A finales de los 60 escribe críticas, entrevistas y artículos en El País, Noticias al Día, Avui y Liberación, y participa en un programa de crítica musical en RNE. Sus poemas han sido publicados en volúmenes de homenaje a los poetas Vicent Andrés Estellés, Joan Valls Jordá y Joan Brossa. Entre sus numerosos premios cabe citar el 'Vila de Xabia', 'Mare de Deu del Olivar' y el 2º premio del certamen de narrativa del Ayto. de Valencia. Fue secretario de Organización de Unitat del Poble Valencià y estuvo entre 1987 y 1991 en el grupo EU-UPV en el Ayto. de Valencia. Actualmente escribe artículos de opinión político-social en los que hace gala de una sutil ironía. Es colaborador del diario Levante y publica los jueves y domingos en Siglo XXI la columna ‘Contar por no callar’, así como artículos vinculados a la música.
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Poco más allá de la luna de miel ha durado el matrimonio, de conveniencia, entre la derecha extrema y la extrema derecha. Fue un enlace de conveniencia pero también de intereses, al fin y al cabo, unos y otros tienen la misma partida de nacimiento: el franquismo, al que ni los de la gaviota carroñera ni los del saludo brazo en alto han querido renegar.
Durante el mandato de Eduardo Zaplana se produjo un pacto entre José María Aznar y Jordi Pujol por el que el parlamento valenciano aprobó por unanimidad la creación de la Academia Valenciana de la Lengua, único organismo estatutario competente en la materia. Muchos pensaron que, finalmente, quedaba enterrada, por la derecha valenciana, el hacha de la guerra de símbolos.
Desde que era un niño me ha gustado el fútbol, practicarlo pisando el césped, y también como un simple espectador con los glúteos calentando la frialdad y dureza del cemento de las gradas. Ir cumpliendo años me ha alejado del césped y del cemento, y ahora el fútbol es un deporte que sólo practico como espectador desde la casera comodidad del sofá con la compañía de un buen whisky.
Cuando se comenzó a hablar de una Ley de Amnistía el expresidente Aznar lanzó un mensaje a los suyos: “quien pueda actuar que actúe”. Inmediatamente una parte de jueces y fiscales se adhirieron a tan sibilina llamada a boicotear la aún nonata ley. Un grupo de fiscales del Supremo se constituyeron en punta de lanza para impedir la aplicación de la amnistía contra la opinión del Fiscal General del Estado.
Hace unos días la Audiencia Nacional absolvió a Francisco Camps, antiguo Presidente del País Valencià, oficialmente Comunidad Valenciana, de los cargos de haber tenido algún tipo de intervención en los diversos negocios que, entre otros, la trama Gürtel llevó adelante en el País Valencià durante los ocho años en los que Camps presidió el Consell de la Generalitat Valenciana.
Desde tiempos de Felipe V, España siempre ha estado intentado mantener callados a los catalanes, y cuando el 1-O más de dos millones de ellos de forma pacífica votaron favorablemente una propuesta de República e independencia, desde Madrid les enviaron la policía española a apalearlos, y a los jueces, la Brigada Aranzadi, para, con unas especiales interpretaciones de la legislación, acallar las voces disidentes del pueblo catalán.
Las últimas elecciones en la Comunidad Valenciana y otros lugares llevaron al PP a un matrimonio de conveniencia con la extrema derecha. A partir de ese momento en el País Valenciano, una vez la derecha extrema y la extrema derecha llegaron al poder se abrieron batallas que dormían hace años en el cajón del olvido.
El próximo domingo, 12 de mayo, los catalanes acudirán a las urnas para elegir quién tendrá que dirigir la Generalitat. No es fácil predecir cuál será el resultado de unas elecciones en las que el independentismo puede perder la primacía que ha alcanzado durante los últimos años.
La llegada del Partido Popular y de Vox a las instituciones valencianas está suponiendo un arrinconamiento de muchas de las cosas que se habían logrado en las dos legislaturas que PSOE y Compromís estuvieron al frente de la Generalitat y, especialmente, del Ayuntamiento de València, la capital del País.
Un martes 21 de Junio de 2022, entre la rabia y las lágrimas, la Vicepresidenta del Gobierno valenciano y Consellera de Igualdad, Mónica Oltra, dimitía de todos sus cargos ante el acoso político y mediático de sus enemigos, que no eran ni son pocos. Casi dos años más tarde, también un martes, el juzgado número 15 de los de València sobreseía su caso ante la evidencia de que las acusaciones eran totalmente falsas.
Escribo cuando hace tan sólo una semana que las calles de València quedaron limpias de las cenizas y los excesos falleros. Mis Fallas han consistido en horas de televisión, cada mediodía desde el 1 de marzo cómodamente sentado en el salón de casa y con una cerveza en la mano esperando a que el grito de “señor pirotécnico, puede empezar la mascletá” iniciara el estallido de los cohetes.
Algunos de los que ya hace tiempo que peinamos canas estas semanas recordamos aquellas manifestaciones de finales de los años 70 al grito de «llibertat, amnistía i estatut de autonomía». Estábamos saliendo de los siniestros años del franquismo y nos conformábamos con poco. Queríamos una amnistía que liberara de las cárceles a todos aquellos que se habían jugado la libertad y la vida por las libertades comunes.
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