| ||||||||||||||||||||||
De las suntuosas fiestas de la aristocracia de San Petersburgo y Moscú, al frente ruso donde las tropas luchan contra el ejército de Napoleón, sí, esa es la trama de "Guerra y paz", que nos presenta un cuadro de la sociedad rusa del momento a través de las vivencias de algunos miembros de varias familias rusas aristocráticas.
Ocuparse y preocuparse por los demás, o si quieren, estar como un poeta en guardia al servicio de la causa por la alianza, es una comprometida labor; pero, de igual modo, una heroica hazaña necesaria en un tiempo de graves dificultades ante la aglomeración de desaparecidos durante las hostilidades o periodos de represión en multitud de países, máxime en una época todavía generalizada de impunidad por la práctica continua de cuestiones inhumanas o degradantes.
¿Quién puede sentir mi dolor? solamente mi madre, que me defendía mejor que cualquier abogado para hacerlo con todos sus secretos de amor. En consecuencia, que hubiera sido si mi madre no actuaba, a lo mejor una catástrofe o quizá a saber qué. Reflexionando y actuando sobre mi viaje haciendo un recorrido por mi mente, he logrado encontrar y comprender que, estoy lleno de emociones, gratitud y asombro.
La soledad, para muchos, es una pesada carga. En casos extremos la soledad, en personas adultas, puede ser un riesgo grave para la salud. En cambio, para el escritor o el poeta es un estado esencial. En la soledad, los vocablos cobran vida y las historias encuentran su forma. Podríamos decir, entonces, que la soledad no es una mera necesidad logística, sino más bien es un reflejo de un proceso interno.
La palabra “arte” proviene del latín “ars” (en griego τέχνη, téchne, técnica: herramienta aplicada a las disciplinas del saber hacer). Por extensión, el término se utilizó para referirse a los destacados saberes de la cultura como la plástica, la música, la ópera, la dramaturgia y coreografía, la arquitectura; la danza, la poesía, el canto, el diseño no industrial; la fotografía, el cine, etcétera.
Europa ha mamado la leche de la cultura grecorromana mezclada con el cristianismo, rama desgajada del judaísmo, que, a pesar de sus divisiones, cismas y amputaciones, tiene una misma raíz, Jesucristo, y son rozos del mismo árbol: el cristianismo. Ese alimento nutricio ha hecho que esta hija de Agenor y Telefasa, que se llama Europa, haya sido la luz del mundo occidental y haya expandido conocimientos y saberes por todo el orbe.
En un mundo atravesado por la perversa idea de que “sobra gente” en este planeta junto con la irracional decisión de considerar a los hijos como un estorbo en el camino del “progreso” y del “éxito” personal, quisiéramos detenernos un segundo a reflexionar acerca del amor auténtico hacia los hijos, entendido como una experiencia humana que ya no es, pero sí ha sido objeto de reflexión en diversas disciplinas.
Las diversas civilizaciones que han configurado la historia, siempre han sido dirigidas y estructuradas por cimentaciones formadas por las diversas clases de PODER: el capital, la religión y el militar. El dinero, sin color, coloca sus puntos estratégicos. La religión, reutilizada y refundada según las situaciones concretas. El militar, cinturón protector interesado, de los otros pilares.
"La vida a pesar de sus desilusiones sigue siendo hermosa, así como una rosa que a pesar de sus espinas sigue siendo maravillosamente bella". "Las estrellas fugaces son el hanami del universo; una bella escena de lluvia estelar donde cada estrella caída es una flor marchita".
En la película "Into the Wild" (2007), dirigida por Sean Penn, se narra la historia de Christopher McCandless, un joven que renuncia a todas sus posesiones materiales y se embarca en un viaje hacia la naturaleza salvaje de Alaska, buscando la libertad y la felicidad en su forma más pura. La película, basada en hechos reales, nos invita a reflexionar sobre la búsqueda del sentido de la vida y la felicidad.
Si hay una imagen que perdure en la retina de los espectadores es la del azul intenso de la mirada de Alain Delon. El bosquejo de un enfant terrible, o el retrato de un latín lover que mira con la intensidad y la pasión de un amor que pronostica, de antemano, que te devorará. Delon ha sido y será, eternamente, un tipo apuesto con el peligro en sus ojos.
Se trata de un excelente trabajo de Leo Harlem, un actor y monologuista que ha llegado a la cima de su carrera bastante talludito. Sin llegar a la fama que alcanzó en su día “Chiquito de la Calzá”, Leo Harlem se ha hecho un gran hueco en la nómina de los humoristas españoles. Protagoniza unos espacios del tipo “monólogos” en los que aborda situaciones habituales observadas desde el punto de vista de alguien que hace años que ha abandonado la juventud.
Si todos somos conscientes de que el futuro de la humanidad se construye con la paz y no con la guerra, comprometámonos a que se callen las armas y se concierten los diálogos, en lugar de acrecentar las tensiones y los conflictos. En efecto, los últimos datos de Naciones Unidas, nos dicen que más de 300 millones de personas necesitarán asistencia y protección humanitaria en 2024.
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar acerca de un superpoder humano que ha sido despreciado a lo largo de toda la historia, pero hoy, con más énfasis, puesto que vivimos en un mundo cada vez más competitivo y egoísta que considera a la bondad como una señal de debilidad extrema. No es casual que esta visión contraste radicalmente con las enseñanzas de la tradición filosófica y religiosa, que a menuda han celebrado la bondad como una de las virtudes esenciales.
Vivimos en la era líquida o en la sociedad superficial. Esto significa, entre otras muchas cosas que, una considerable parte de la gente no profundiza y razona sobre la realidad de las cosas y vive de apariencias que son falsas. Está bien vivir en el presente, pero la existencia no es únicamente eso. La multitud de cuestiones y aspectos que conforman la realidad humana no son algo a despachar en cuestión de segundos sin el conocimiento e información verificada.
Un fantasma recorre Europa, parafraseando el inicio de aquel manifiesto panfletario de Marx y Engels, y también el mundo, o al menos el nuestro. Me refiero al “transhumanismo”, vocablo que nos sume en un laberinto conceptual de tramitación ardua si acometemos la búsqueda de la salida correcta, sea la que sea, y queremos evitar, al mismo tiempo, ser engullidos por otras puertas que no llevan a ninguna parte.
Una vez que entra el verano es habitual que tengan lugar las festividades de los diversos pueblos que están cerca y lejos de nuestra residencia habitual. Durante esta época es cuando cientos de visitantes acuden a lugares que, de otra manera, no acudirían y es que el reclamo es el de la verbena, la música, los juegos, las cenas, las peñas y las noches interminables donde el alcohol no tiene fin.
Es sabido por muchos, aunque al parecer le importa a pocos, que en nuestro tiempo los conceptos de banalidad y trivialidad han adquirido una relevancia singular, reflejando un cambio profundo en la manera en que se experimenta la vida cotidiana y se construyen los valores culturales.
Tal como si se tratara de una cebolla, los principios éticos que rigen al mundo son capas que envuelven al tallo ¿Y qué es este? Simplemente las riquezas del mundo y las rutas por las que transitan. Lo de libertad, democracia, derechos humanos, etc. son hojas lenitivas para que creamos que el mundo es algo más que un negocio, muchas veces violento. Además, esos principios sí tienen validez si no se interponen en las rutas.
En el escrito “A rezar por el futbol” que escribe María-Paz López, la escritora redacta: “Los cristianos ven en la Eurocopa una fiesta deportiva que encaja con valores”. El deporte de élite no es tan bueno como se le vende. El apóstol Pablo nos transmite una señal de alerta: “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso. Pero la piedad todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente y de la venidera” (1 Timoteo 4: 8).
|