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Esta compilación del pensamiento de Daniel Fernández retrata muy bien el mundo al revés en que vivimos. Nos muestra una realidad que nos desvela y que para intentar huir de ella nos atiborramos de pastillas que dice son inocuas y que acaban por hacernos adictos a ellas. El mundo al revés en que vivimos carece de brújula que nos señale el norte.
La pregunta que me ha movido a comentar el escrito de Josep Miró es: ¿Qué ha provocado el descredito que la Iglesia Católica tiene hoy? No es que el mundo pretenda asimilarla.
En aquel mes de noviembre de 1978 la vida cultural de Málaga estaba bastante paralizada. El mundo asociativo se circunscribía a las actividades de las cofradías y de las peñas. Todos estaban pendientes de la transición política y de las pasadas inundaciones.
Nuestra libertad para elegir entre el bien y el mal, la gloria o el infierno, no son cuestiones baladíes.Pero si queremos seguir distrayéndonos con las repetitivas historias que nos traen las cadenas de televisión o reenviando cada día por el móvil tonterías y cuchufletas, allá cada cual.Calderón de la Barca nos dejó en su obra titulada “La vida es sueño” el monólogo de Segismundo que dice: “sueña el rico en su riqueza que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende, y en el mundo en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende”.Ahí está el problema: no entender nuestra propia vida, vivirla como un sueño, que puede tener un final dichoso si pasamos por ella amando a Dios y al prójimo o un final desdichado si vivimos haciendo el mal.No, nuestra vida no se acaba con la muerte sino que en ella empieza la eternidad.
El camino que conduce a la Iglesia Católica a celebrar la Fiesta de Todos los Santos se remonta a principios del siglo VI cuando el papa Bonifacio IV convirtió el templo del Panteón en Roma que estaba dedicado a todos los dioses romanos y lo consagró en honor de la Virgen María y de todos los mártires cristianos.
Yo respeto a los ateos, a los agnósticos y a los seguidores de todas las religiones. Parece ser que no todo el mundo piensa igual que yo. En Paris ha sido decapitado un profesor de historia por un integrista musulmán que se tomó la injusticia por su mano. El profesor había estado comentando en una de sus clases las caricaturas de Mahoma publicadas de nuevo en el semanario satírico Charlie Hebbo.
A lo largo del tiempo ha habido muchas ocasiones en que Dios ha estado presente en la vida de los hombres, gracias a la predicación de la Iglesia, pero ahora los que nos decimos cristianos en lugar de anunciar el evangelio nos dedicamos a vivir para el mundo, ponernos de acuerdo con él, participando de las diversas doctrinas que el astuto Satanás pone a nuestra consideración.
Si lo hiciésemos así, las venganzas desaparecerían, no nos consumiría el rencor almacenado y viviríamos en paz los unos con los otros.“Y no nos metas en tentación, mas líbranos del Maligno, porque tuyo es el reino, y el poder y la gloria, por todos los siglos.
Un gran imaginero, Miñarro, ha restaurado la bella imagen. Le ha vuelto a colocar las extremidades perdidas y le ha quitado ese color oscuro que tapaba el amor que se desprende de su deseo de que todos seamos felices.
La palabra pecado proviene del vocablo latino peccatum, que tanto para Cicerón como Virgilio tiene el significado de acción culpable, falta, culpa, delito, por lo que se le da un valor ético negativo.
El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos en Corinto les dice: “si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto, en los cuales el dios de este siglo (Satanás) cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandézcala luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4: 3,4).
En los tiempos anteriores al Concilio Vaticano II, que tuvo lugar allá por la segunda mitad del siglo XX. El Santo Sacrificio de la Misa se celebraba en latín, con el sacerdote vuelto de espaldas a los fieles y sin que estos tuviesen escasa o nula participación en la ceremonia.
El Dr. José Besora, dice: “Se está medicando el sufrimiento. La tolerancia a la angustia es mínima y se soluciona con una píldora”. La atención personalizada de la persona que sufre es cara y la sanidad pública, y más si está insuficientemente financiada como lo está hoy, opta por la opción más barata que es medicar al paciente con lo que en algunos casos se le convierte en un zombi. Aparentemente quien sufre se tranquiliza gracias a los fármacos suministrados, pero ello no alivia el dolor del alma. Todo lo contrario, se agrava. La única salida para él a tan insoportable situación es quitarse la vida.
Los fariseos y los saduceos perseguían que Jesús cometiese algún error para descalificarlo ante las multitudes que le seguían. A la petición que le hacen sus enemigos de que les diese una señal que acreditase que era un enviado de Dios, les responde con un dicho fruto de la sabiduría popular: “Cuando anochece, decís: Buen tiempo, porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad, porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas!, que sabéis distinguir el aspecto del cielo, mas las señales de los tiempos, no podéis” (Mateo 16: 1-3).
Si nos paramos a pensar, tarea que pocos emprenden y vemos que tanto el rico como el pobre tienen un final similar quizás creamos que todo es una broma de mal gusto. Al final unos huesos y una tumba. ¿Todos nuestros esfuerzos han sido inútiles? ¿Es idéntica la suerte del bueno y el malo?
El Misal Romano indica cuáles son los colores tradicionales de las vestiduras litúrgicas: blanco, rojo, verde, morado, negro y rosado. Y puntualiza que «en los días más solemnes pueden usarse vestiduras sagradas festivas o más nobles, aunque no sean del color del día». En este sentido el «color dorado o plateado pueden sustituir a los de otros colores, pero no a los de color morado o negro», nos indica la Instrucción Redemptionis Sacramentum.
Macarena Berlín, directora del taller Depresión y suicidio la realidad silenciada, dice que ha leído una nota de despedida escrita por una joven que se suicidó. Afortunadamente, dice Macarena, dejó una nota que decía: “Estoy rota…lo siento querida familia…jamás tendré paz…nadie merece vivir así…no quiero que me traten como un perro…sólo quería tener una vida normal…pero mi vida es un infierno…lo único que hago es llorar…ya no tendréis que cargar conmigo…he llegado al límite…adiós…lo siento…estoy rota”.
La palabra confinamiento en la vida monástica forma parte de nuestra opción de vida. Es un estilo de vida regido por el Ora et Labora en comunión con todas las persones con opciones distintas de vida, que también forman parte de nuestra vida. El simple hecho de no poder atender huéspedes o el turismo fue algo inusual en nuestro quehacer del día a día, pero no podemos hablar de efectos negativos.
Dada la condición humana, ”silencio y soledad no son palabras del siglo XX. Se adecuan a la Era Victoriana de la puntilla, de los zapatos con botones y las luces de petróleo, más que a nuestra época de la televisión y el video, y personas que hacen footing empalmadas a unos audiófonos. Nos hemos convertido en personas que aborrecen la soledad y nos encontramos mal cuando estamos solos” (Jean Fleming).
Es evidente que el hecho de envejecer, de conseguir cumplir años, de mantener un estado de salud aceptable y, a la vez, conseguir una calidad intelectual, si no óptima, algo muy difícil de mantener, al menos que nos permita mantener una calidad de vida aceptable; no es mérito de la persona sino que será designio de la Providencia, para aquellos que creemos en el más allá y del Sino para los que piensan que, en esta vida todo se acaba y no hay trascendencia alguna.
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