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Resulta admirable encontrarse con un libro que guarda sus raíces en la investigación académica y en la fusión de las pasiones por la tradición oral y la ilustración. La cantidad de datos, citas, reflexiones minuciosas, relatos, trazos y nombres aparecen de una manera tan acertada, que en conjunto configuran ese terreno seguro donde entregarnos confiadamente a la lectura.
Quizás sea porque tengo predilección por las bañeras, me parecen un elemento intrigante y está integrado en una novela no tan intrigante pero necesaria. Como a otros lectores, también me llamó la atención el título y la portada. Una bañera en la que lavar las ideas, el dolor, una vida pasada, el tormento, los fantasmas. Una bañera en la que sumergirse y soñar. Con una vida mejor.
La película del año que ha generado tanta expectación – más por la interpretación de Emma Stone que supera cualquier otra interpretación en la historia de las actrices – ha llegado a la plataforma de Prime Video bajo alquiler y he aprovechado estos días de fiesta para verla. Sabía lo que me iba a encontrar y ha sido una experiencia curiosa.
Si un anhelo nos acompaña a aquellos que escribimos, especialmente a quienes escribimos poesía, es aquel de que la palabra resulte suficiente. Que ese hilvanado de vocablos al que intentamos dar belleza y alguna clase de sentido, se levante ante quienes le dimos forma y nos muestre un trabajo terminado, eficaz en su intento de mostrar fuera de nosotros aquello que larvado, incipiente, demandaba un brote, una mutación hacia el mensaje, hacia la obra pulida y sonora.
En el poemario “Infamélica” Rolando Revagliatti emplea el desliz irónico, el doblez, el juego del pensamiento que nunca es liso, que se despliega en sus muchas dimensiones y matices para ofrecernos un compendio de la condición humana. Comulgamos de esta forma con una cantidad de perfiles expuestos en determinadas situaciones íntimas y desgajadas.
Tras medio siglo de profesión a sus espaldas, Marco Bellocchio reincide en algunos temas clave que trazan un recorrido sutil y, sin embargo, más recóndito y vasto título a título. Cada nueva propuesta se convierte en la exploración de un nuevo recoveco. El posicionamiento político siempre intuido a partir de la historia ficticia, el miedo hacia lo desconocido, los conflictos circunscritos en el ámbito doméstico y familiar, la mirada social, la presencia de figuras terroríficas en sus largometrajes…
Con Mikel me une una historia que bien podría ser motivo de novela, ambos somos escritores, nos guiamos por tramas similares y somos apasionados de la novela negra y el cine, referencias que utilizamos habitualmente. Solo hay un inconveniente en “nuestra relación”, que es de Bilbao, y yo de Donosti, la rivalidad está servida.
Cuando terminé de ver Oppenheimer supe que me encontraba ante un verdadero reto: ¿por dónde comenzar a analizar la película de Christopher Nolan? Entonces decidí aferrarme a ese sentimiento de desconcierto con el que salí de la sala de cine. Y es que la explosión de la bomba atómica en la historia del director estadounidense, si bien es el clímax, no es lo más impresionante del largometraje de tres horas.
Jordi Mollá, actor, pintor y escritor, además ha co-escrito y dirigido este “fracasado” filme. Jordi Mollá, buen actor y creador inquieto (pinta, escribe...) debuta en el largometraje, después de haber dirigido dos cortos, Walter Peralta (1993) y No me importaría irme contigo (1995), con esta película en la que también interpreta y ha colaborado en el guion.
Sin lugar a dudas nos encontramos ante una recopilación imprescindible para los amantes de las novelas policiacas y de detectives. En esta ocasión, la editorial Plutón ediciones, reúne en un solo volumen todas las obras del genial detective londinense Sherlock Holmes, creado por la pluma del magnífico escritor Sir Arthur Conan Doyle.
«Un poema es una cosa que será. / Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser. / Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser», dice Vicente Huidobro en el prefacio de su celebradísimo Altazor. Esta seguidilla de postulados propone algo que durante mucho tiempo estuvo en la cabeza de la crítica, y que puede reducirse a lo siguiente: el poema no es más que una imposibilidad.
A comienzos de los años veinte del pasado siglo, en Oklahoma vivía la comunidad india de los osage. Antes habían permanecido durante mucho tiempo en un amplio espacio situado en Kansas. Pero alguien intuyó posibilidades lucrativas en el terreno kanseño y los osage fueron desplazados a un lugar mucho más pequeño, inhóspito y árido, donde llevar una existencia normal parecía una proeza cuando no un imposible.
Por la magnitud de las temáticas, de los sucesos y de los personajes reales que aborda, no pocas veces el cine político debe decidir si quiere dar respuestas o solo hacerse las grandes preguntas; si quiere ser activista, es decir, conformar una obra de denuncia, situada claramente en la esquina correcta de los ideales y de la moral, o prefiere colocarse en el lugar de las complejidades, donde más que sentencias definitorias hay cuestiones difícilmente resolubles.
Lo más llamativo de la narrativa peruana última proviene —refiriéndonos a los últimos cinco años— de las editoriales independientes, que han sabido entregar voces que auguran una sólida proyección literaria, además, varias de ellas están armando catálogos coherentes, factor clave en la configuración del lector que se busca. Este es el caso del Hipatia Ediciones, que a mediados del año pasado publicó el segundo libro de cuentos de la escritora limeña Mariangela Ugarelli Risi: "Fieras".
El fin del Sueño americano que transitó de la novela al cine, un viejo combate. Esta vez le toca al turno a la que, para muchos, es la obra maestra de uno de los gigantes de las letras contemporáneas: “Pastoral americana” (titulada acá “Fin del sueño americano”) de Philip Roth. En ella, “el sueco” Seymour Levov (Ewan McGregor), chico dorado de los suburbios de los años cincuenta, se casa con una Miss New Jersey (Jennifer Connelly) y deja atrás los complejos antisemitas que rondaban su vecindario.
Iñaki Rikarte tiene el don. En todos sus montajes que he visto se aprecia una dirección que quiere esconderse tras la trama, pero que, inevitablemente, deja su huella —como se suele decir de John Ford, por ejemplo—: lirismo, crudeza, ritmo, sensibilidad, ternura hacia los personajes y un hondo conocimiento de los resortes escénicos, tanto técnicos como argumentales.
Gladiadoras es una novela histórica de Juan Tranche, autor de Spiculus. En esta ocasión, el autor nos cuenta la historia de dos mujeres, Helena y Valeria, dos mujeres nacidas en familias muy distintas, pero que deberán enfrentarse a su propio destino. Helena luchará en la arena por conseguir a su amor Antinoo, un esclavo del cual se enamora el emperador Adriano.
Este año la humanidad se ha enfrentado al que creo yo, es uno de los grandes retos en la última década. Me refiero a la inteligencia artificial; un sistema de códigos, fórmulas y demás engranajes de la programación que han venido para quedarse y de alguna manera reemplazar al hombre y la mujer en algunas funciones dentro de los diferentes estratos que cohabitan en la sociedad.
Es la década de 1950. Bajo el inicio de un despiadado régimen comunista, un grupo de jóvenes sueña con tenerlo todo. Son los últimos trazos de libertad y un grupo de jóvenes no se detendrán ante nada para disfrutarlos. La película “Notas de libertad”, una cautivadora historia de esperanza y lucha por la justicia.
La novela que se reseña en esta oportunidad corresponde a una de las obras más emblemáticas del Premio Cervantes de Literatura 2008 recientemente fallecido, y su argumento dramático fue trasladado hacia un lenguaje cinematográfico por el realizador español Fernando Trueba, en 2002.
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