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Hoy en día hablar de las personas mayores es situarnos en una realidad objetiva. Están llamadas a vivir desde ya en plenitud, pero han entrado en la jubilación y tienen menos ocupaciones, se sienten encerradas en sus pequeños mundos personales.
En medio de la vorágine de la vida moderna, donde la juventud parece ser el estándar de valor y el ascensor hacia el futuro, a menudo olvidamos el invaluable tesoro que representan nuestros ancianos. Son como pozos de sabiduría, con profundas raíces que se extienden hasta los cimientos mismos de nuestra existencia. Sin embargo, en muchas ocasiones, son tratados como meros objetos de contemplación, relegados al olvido y abandonados a su suerte.
En el 2023, España alcanzó un hito demográfico crucial con más de dos millones y medio de personas en edad de jubilación, según los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Este fenómeno, marca el comienzo de una transformación en la demanda laboral, dando lugar a una creciente necesidad de profesionales especializados en el cuidado de la salud y servicios dirigidos a la tercera edad.
El edadismo es una forma de discriminación social por cuestión de edad que afecta a muchas personas mayores. Se trata de la puesta en práctica de un uso inadecuado del lenguaje en lo referente a dicho segmento de población. Una forma de hablar y de escribir que va minando nuestra mente basándose en lugares comunes y prejuicios.
Con el paso del tiempo, se ha empezado a dar en todas las sociedades un aumento en la esperanza de vida. Ello ha llevado a que crezca el porcentaje de población mayor de 65 años, suponiendo un aumento en las tasas de dependencia de la población. Esto, sumado a las personas que se encuentran en situación de dependencia por enfermedad o discapacidad, lleva a que los servicios de cuidado sean cada vez más importantes.
Charito (María del Rosario Testa) se presenta como candidata a la alcaldía de Patones, un pueblo de la Comunidad de Madrid, a los ¡99 años de edad! Su slogan de campaña no puede ser más feminista: “Mueven más dos tetas que dos carretas”. Lo sorprendente para mí fue la simpatía, lucidez y el desparpajo que demostraba cuando su centenario estaba ya a punto de cumplirse.
Las diferentes áreas de la salud como la enfermería, fisioterapia, medicina e incluso la odontología han determinado que la inclusión de música como actividad terapéutica ha contribuido a la obtención de resultados favorables en los distintos tratamientos aplicados.
Al cabo de los años, los momentos difíciles se van difuminando en el recuerdo. Pero aun tengo grabada en mi mente cómo los estudiantes de mi generación asistíamos, una vez pasada la Semana Santa, a un periodo de terror ante los exámenes finales que se cernían sobre nuestras cabezas.
A partir de los 50 años las personas pueden hacer todavía infinidad de cosas valiosas para ellos mismos y para los demás. Esto es algo que se pretende negar y está en el ambiente social. Lo que no puede ser es que se quiera apartar a los mayores o marginarlos, por pensar que es mejor una sociedad de jóvenes.
Se comienza por tener problemas para describir con palabras el estadio de la vida en que te encuentras. Se utilizan toda clase de definiciones para “dulcificar” lo que realmente somos, aunque en nuestro profundo yo, pensamos que no hemos llegado a envejecer lo suficiente para recibir ninguno de esos calificativos.
Como verán, comienzo hablando en tercera persona, como si yo fuera ajeno a ese grupo humano que algunos mencionan como mayores, abuelos (aunque no tengan nietos), tercera edad e,incluso, viejos. Yo, para no cambiar, sigo empeñado en señalarlos como ancianos. Y lo hago en tercera persona, porque siempre he sido algo recatado a la hora de pedir algo para mí exclusivamente.
Durante una gran etapa de mi vida, especialmente a partir de mi jubilación unida a la redacción de una tesis doctoral sobre los mayores, he intentado evitar la descripción de una situación vital como la de “vejez”. He utilizado todo tipo de pseudo sinónimos que intentaran suavizar la realidad: “mayores”, “tercera edad”, “segmento de plata”, etc. Todo ello para evitar la cruda y maravillosa realidad. Los de mi quinta somos viejos.
Los mayores gozamos de una gran oportunidad de dedicarnos a compartir juegos con los más pequeños de la casa. La variedad de los mismos ha ido creciendo a lo largo de los años y convirtiendo las actividades lúdicas en una especie de master en tecnología digital y en el manejo de la cibernética avanzada.
Parece como si hubieran estado delante de nuestros ojos todo este tiempo y no hubiésemos reparado en ellas. Según un cálculo estimado, estos establecimientos rondarían en nuestro país los 5400. Quizá hubieran seguido pasando desapercibidas en la celebración, un año más, del Día del Abuelo este mes de julio, si no fuera porque la pandemia se ha cebado con los mayores. En la actualidad, se piden soluciones estructurales para que situaciones tan dolorosas nunca vuelvan a repetirse y con el fin de garantizar el bienestar y la dignidad del colectivo de la tercera edad.
Como habrán comprobado a través de mis escritos, soy un gran defensor e investigador del “segmento de plata”. Ese grupo de personas que constituyen el grueso de cuantos hemos pasado la etapa laboral y nos encontramos en el “paraíso” de la jubilación. Ojo, pero con las suficientes fuerzas para seguir prestando un servicio a la sociedad. En este caso: “gratis et amore”.
Cuando hace casi un año nos anunciaron la llegada de “la nueva normalidad” nos pensamos que esta iba a ser provisional y factible de sobrellevar. El tiempo nos está demostrando que la nueva situación pasa por someter a los mayores a una privación de libertad semejante a la que sufren los condenados a ingresar en un establecimiento penitenciario.
Los muebles bajos, adornos o cosas dejadas provisionalmente estorban el paso y dificultan el movimiento por la casa, especialmente en los pasillos, si éstos son estrechos. Además, es conveniente no colocar las cosas ni muy altas ni muy bajas, es preferible que todo esté al alcance de la mano. Y fundamental mantener la casa recogida.
Sin necesidad de voz para no complicar la vida a los mayores. Esa es la idea de tres emprendedores españoles que han centrado su desarrollo en la capacidad que tienen estos asistentes virtuales para generar recordatorios útiles como la toma de medicación, fechas de citas médicas o incluso que sirven de calendario para que no olviden cumpleaños o cuándo emiten sus programas favoritos.
El objetivo de este estudio es evaluar el impacto del Covid-19 en la percepción de la salud de la población española y compararla con los resultados de la misma encuesta que se realizó en junio de 2019, centrándose particularmente en los denominados Jubillennials, ya que ha sido uno de los grupos que en mayor riesgo se han visto durante esta pandemia.La resiliencia de la que hacen gala los Jubillennials traspasa las fronteras del confinamiento y del estado de alarma ocasionados por el Covid-19, pues sentirse depresivo y desanimado es más común entre las generaciones más jóvenes.
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