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¿Un nombre? Eva. ¿Un amor? Eva... En este mundo hay todo tipo de personas y bien diferentes, y cuando conoces a alguien, o mejor dicho, cuando deseas conocer a alguien, la profundidad de tu ser juega un papel importante, ya que con tu profundidad interior puedes llegar a palpar su profundidad. Con mi mujer, Eva, se llegó a la profundidad del corazón desde el primer instante, desde la primera mirada, desde el primer beso.
Como poetas en guardia permanente, María es nuestra inspiración, la mujer en donación que todo lo ve con buenos ojos. Su horizonte es claro: el amor de amar amor es lo que nos ennoblece, hasta el extremo que nos hace ser más poesía que poder. Hay que volver a la composición en son de alabanza, previo caminar por aquí abajo sembrando sonrisas, haciendo el corazón para acrecentar nuestra hoja de servicio en favor de nuestros hermanos y hermanas.
Permítanme redactores de Siglo XXI, permítanme queridos lectores de Siglo XXI, que hoy mi columna diaria vaya dirigida a mi mujer, Eva. ¿Cuál es el motivo? Hoy día 31 de julio, San Ignacio de Loyola, es nuestro aniversario, y quiero mostrarle mediante esta columna, si Siglo XXI me lo permite, todo mi sentimiento, todo mi cariño, toda mi ternura y todo mi amor.
Para llegar a valorar a una persona, o en este caso pareja, previamente hemos tenido que haber pasado por experiencias anteriores que nos han dejado una huella en nuestro corazón. Es decir, hemos vivido situaciones que no han salido como nosotros esperábamos y nos hemos decepcionado porque dichas personas no cumplían con nuestras expectativas. Y es ahí donde comienza el aprendizaje.
¿Qué es una carátula? Carátula es un término con muchas interpretaciones. Una carátula, si buscas su significado en un diccionario, es la portada de un libro o de un disco: libros y discos, ¡qué gozada! Considero que carátula tiene una connotación positiva, y si hacemos una extrapolación hacia lo que es tu vida, te sientes bien, desprende positividad.
Amor, amor al prójimo, amor pasión, amor a los padres y a la familia; amor a la patria, amor a la tierra y al planeta, amor entre humanos y por la flora y la fauna, amor por esto y aquello. En definitiva, amor. El amor (y el desamor) se lleva bien con la poesía, el tango, la narrativa; con el arte en general, el psicoanálisis y la buena política.
La esperanza es una virtud esencial y tiene una connotación positiva. De hecho, la esperanza está basada en las promesas del corazón. El amor, no solamente es una fuente de esperanza, sino que es la esperanza en su plenitud. La expectativa de nuestro comportamiento cambia cuando no se cree en el amor, que es lo más grande.
La política del amor. Es irónico. En un mundo tan interconectado, estamos más separados que nunca. Y los líderes, que deberían unirnos, nos enfrentan. La política, ese arte que debería ser la herramienta fundamental para construir una vida mejor, parece haberse convertido en una trinchera de odio y división. Esa necesidad insaciable de caminar hacia la animadversión que eclipsa la verdadera razón que realmente nos mueve y motiva a seguir viviendo, el amor.
Por si todavía alguien da crédito al contenido de la “Primera epístola de Sánchez a la Ciudadanía”, voy a sacarle de dudas. Como saben, la susodicha carta, de fecha 25 de abril, que parece estar escrita por un torpe tuitero, el habitante de La Moncloa se queja de que, tanto el pueblo español, como la oposición, en uso de su libertad y legitimidad, critiquen las torpes decisiones de él y su gobierno, apoyados por los enemigos de España.
Lejos de lo que muestran las telenovelas pochocleras mexicanas o coreanas, las películas cada vez más vacías de contenido y el material pseudo biográfico que difunden los medios de espectáculos sobre la vida íntima de las parejas famosas, el amor, en su esencia más pura, no es una idealización de la perfección, sino más bien una aceptación consciente y voluntaria de las imperfecciones de la persona que hemos elegido querer.
Todos recordamos los inicios y contactos del primer noviazgo donde la inexperiencia estaba presente, donde existían los nervios y las emociones auténticas ante cualquier suceso. Con ese primer amor, se fue formando parte de la personalidad que influirá, después, en la forma de comportarnos con otros, en la edad adulta.
Necesitamos comprensión de hogar, máxime en un tiempo donde las familias son muy heterogéneas; ya que los diversos vínculos suelen sentir y vivir de manera distinta, además de que los espacios sean muy diferentes, pues aún se silencian voces en muchos de ellos, imperando el ordeno y mando, sin apenas diálogo alguno.
Al conocer la oferta a un anciano señor de escasos recursos, que se ganaba su sobrevivencia recolectando botellas de comprarle su perro, éste lo negó, por mucho que las ofertas se superaron de 10 hasta 150 dólares, bajo la razón: "Ni lo vendo, ni lo cambio. El me ama y me es fiel. Su dinero, lo tiene cualquiera, y se pierde como el agua que corre. El cariño de este perrito es insustituible; su cariño y fidelidad es hermoso".
Leí hace tiempo de una niña llamada Liz. Sufría una extraña enfermedad; la única posibilidad de recuperarse era recibir una transfusión de sangre de su hermano de 5 años, que había sobrevivido milagrosamente a esa extraña dolencia y que había desarrollado los anticuerpos necesarios para combatirla. El doctor explicó la situación al hermanito, y le preguntó si estaría dispuesto a dar su sangre a la hermana. Él dudó un poco, y respondió "si, lo haré si esto salva a Liz".
No me casaré con la mentira, el error, la cara bonita que me dijo "amor", pero para nada lo he encontrado en él. No me casaré con los ojos claros de ese corazón que decía: ¿amarme?
La espiral de intimidación está en plena actuación, sólo la frena el cultivo del amor; con lo que ello supone de clemencia y espíritu donante, si en verdad queremos liberarnos de nuestro egoísmo, superando el instinto dominador, con una sincera revisión existencial. Tampoco es el uso de la fuerza, ni la búsqueda ciega de intereses materialistas, lo que podrá reconducirnos a una auténtica concordia.
Con la dulzura de un "te quiero" entrelazado en la palabra amor, la canción "Así Te Amo Yo," escrita por Pedro Alfonso Morales Ruiz, sumerge a quienes la escuchan en un mundo de afecto puro y sincero, en la cual, con versos manos sencillas se abre la puerta a la ternura. La música, también de Pedro Alfonso, también nos recuerda la belleza de expresar el amor de manera genuina y auténtica.
El amor es algo que se debe demostrar día tras día, es algo que tiene que estar presente cuando dos personas se quieren y desean tener “algo” juntas. Ya no se trata tanto de futuro, porque la vida es la que se encarga la mayoría de las veces de cambiar o modificar los destinos y sobre todo, porque no sólo el amor es suficiente para que se vaya consolidando ese proyecto.
Una pareja que logra despejar el a priori posmoderno del amor líquido, se nutre de la cercanía íntima de los cuerpos en su descanso y su vitalidad. Se coaliga en su cosmovisión y su mutuo acuerdo amoroso. Hay un componente fuertemente político que anida en ese vínculo aún en los tiempos efímeros y condicionales del neoliberalismo.
Al caer la tarde, amada mía, deseo cantar los recuerdos de tu amor. ¡Cómo brillaba el sol en aquellos campos llenos de vida joven! Tu figura, sencilla, acariciaba la tierra estéril de mi corazón. Llorabas entre mis manos, llenando de vida mis ojos, que te miraban. Tu sonrisa abrazaba mi angustia y todo mi ser se llenaba de ti.
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