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Cuando un presidente de gobierno cae en el infantilismo narcisista de intentar vender su imagen pública a través de una cursilería, tal como es la de hacerse protagonista de un documental en el que quiere dar la sensación de ser un personaje importante, un político de categoría o un ejemplo de lo que debería ser un mandatario de una nación como la española; lo único que se puede pensar de él es que está perdiendo el sentido común.
Hay que defender, en contra de lo que pretenden, que el Condado catalán nunca fue un reino ni una identidad independiente. En la época de Carlo Magno constituyó, junto con parte de Francia, la Marca Hispánica, que abarcaba tierras de allende y aquende los pirineos, es decir, un territorio que servía de contención a la expansión de los musulmanes que no pudieron extenderse por lo que hoy conocemos como Francia, pues fueron derrotados por Carlos Martel en Poitiers.
El fracaso del intento de golpe de Estado en Cataluña del 1º de octubre del 2017 no fue, ni mucho menos, el darle finiquito a una situación larvada durante muchos años, mal llevada desde los sucesivos gobiernos de la nación y, evidentemente, menospreciada por los políticos españoles.
La consellera de Igualdad y Feminismos de la Generalitat, Tània Verge, ha pedido "mantener la calma" y poner en práctica lo que ha calificado de cuidado colectivo ante el aumento de pinchazos en discotecas de Cataluña. A su vez, ha llamado a la responsabilidad a la hora de informar sobre los hechos, preservando la libertad sexual y no crear "un clima de terror sexual".
Hace dos semanas en los estudios de TV3 se produjo un hecho que, como mínimo, es reprobable. El diputado Dalmases, vicepresidente del Parlament de Catalunya, abroncó a una periodista del programa FAQS el trato que se había dado en una entrevista a la Presidenta del Parlament, Laura Borrás. Los testigos afirman que se encerró, junto con la Presidenta del Parlament, con la periodista, a la que llevó hasta el recinto cogida de la muñeca.
Durero fue quien, en sus magníficos grabados, dejó representado lo que, en la Biblia, se profetizaba sobre lo que sería el fin del mundo y los acontecimientos que lo iban a preceder. Los cuatro caballos citados en ella tenían un color distinto y sus jinetes representaban los terribles sucesos que tendrían lugar en aquel catastrófico final.
Hay personajes, personajillos y aprovechados que tienen sus momentos de gloria, pero que luego dejan de ser útiles y tienen que resignarse a seguir vegetando desde otros ámbitos menos lucidos, en lugares de acogida donde se les da un sitio para que puedan ganarse la vida ¡siguiendo en su tarea de coje pelotas de aquellos políticos a las órdenes de quienes sirvieron!
La frase que me sirve de título es una verdad a medias y solo válida para la España oficial, ya que, en el resto del mundo, el español no deja de crecer constantemente y está entre los más bellos y aceptados. Parece mentira que todavía tengamos que aguantar, tanto en el lenguaje escrito como en el hablado, a los acérrimos que se mofan de nuestra bella lengua.
Los que hemos nacido en una isla sabemos que existen diferentes formas de ahogarse en el mar. Uno puede hacerlo si es arrastrado por una corriente marítima hacia alta mar; si sufre un calambre en aguas profundas; si le atrapa un tiburón o, y esta es la forma más absurda e imbécil de perder la vida si, sin saber nadar, se lanza al agua en plena tormenta con olas de siete u ocho metros, pensando que su instinto le sacará del apuro. Algo parecido es lo que está sucediendo en España.
El presidente del gobierno, señor Pedro Sánchez, se ve obligado a hacer equilibrios para contentar a separatistas catalanes y vascos; para contener las peticiones de las distintas facciones comunistas que están, a cara de perro, formando parte de su gobierno y, a la vez, y para él seguramente lo más importante, el mantenerse en el machito, léase poder.
Hace ocho años Martín Blas, comisario jefe de la Unidad de Asuntos Internos y uno de los principales responsables de la llamada “policía patriótica” del gobierno de España, en una reunión con Joan Pau Miquel, consejero delegado de BPA, uno de los bancos de Andorra, le espetaba a bocajarro una frase que, años después, hemos podido ver que desde los gobiernos de Madrid, sean del color que sean, se lleva a la practica a la perfección.
¡Pobres catalanes, qué bien tienen colocadas las anteojeras! ¡Qué miopes y qué cortos son de entendederas! Perdón por si alguien cree que generalizo, me refiero a estos ¿podríamos llamarlos paletos? me parece que sí, que se oponen a que sus hijos aprendan a expresarse en Español.
Todos hemos conocido aquel niño rebelde, caprichoso y mal educado que constantemente está pidiendo cosas a sus padres y nunca está satisfecho con lo quele dan. En este país en el que vivimos somos muy proclives a dejarnos llevar por las rabietas, el victimismo, la insatisfacción y la tendencia a querer que todo se haga a nuestro gusto, sin tener en cuenta que es preciso, en muchas ocasiones, para obtener algo que nos satisfaga hacer concesiones.
Estamos en la celebración de los XL años de la puesta en marcha del Estatuto de la Comunidad Valenciana (para mí, Reino de Valencia) en el cual el pueblo valenciano volvía a tener una determinada legislación, ya que se fueron usurpados sus privilegios reales o fueros por el monarca de la dinastía de los Borbones Felipe V.
Muchos catalanes fijan en la frase “España nos roba” la frustración de ver como, año tras año, desde hace mucho tiempo la diferencia entre los dineros recaudados en Catalunya, vía impuestos, enviados a Madrid y los que vuelven a tierra catalana, vía inversiones, es siempre negativa para el territorio catalán.
Es cierto que los separatistas catalanes cuentan con el apoyo incondicional del señor Pedro Sánchez, presidente del gobierno, pero la duración en el cargo que ostenta este señor tiene fecha de caducidad, unos meses más o menos, pero lo que es cierto es que existen muchas posibilidades de que, en los próximos comicios, tenga que ceder el bastón de mando a otras formaciones políticas que no van a transigir al chantaje continuo de los separatistas catalanes y vascos.
Uno podría pensar que estamos en un país en el que rigiera aquella famosa y arcaica lengua estrafalaria e incomprensible conocida como de Babel, de la que nos habla la Biblia. En efecto, cada una de las tendencias políticas, tan numerosas en nuestra nación, parece empeñada en no entender lo que dicen las otras y que todos, al unísono, se expresan en un idioma incomprensible para el resto.
Este viernes se presenta en los jardines de Cal Recader de Castellterçol “Aquella colla de fills del 68”, libro del periodista y escritor Toni Rodríguez Pujol que cierra la trilogía que comenzó hace once años con “Quatre carpetes marrons”, que continuó el 2012 con “La cinquena carpeta” y que culmina con este libro que se presentará en el programa “Ni Un Moment de Glòria” de Ràdio Castellterçol, que por primera vez se emitirá con la asistencia de público.
Este gobierno, que seguimos padeciendo, se caracteriza por la serie de chapuzas que vienen jalonando las diversas etapas por las que viene discurriendo. Cuando el TSJC, dentro de la legalidad y de la más estricta ortodoxia jurídica, decide que, en Cataluña, tanto su gobierno como las escuelas de toda la comunidad deben de ajustarse, como en cualquier otra parte del territorio nacional, a lo que queda diáfanamente explicitado en el artículo 3 de la Constitución Española.
¡Y vuelve la burra al trigo! Pedro no tienes remedio, aprovechas cualquier oportunidad, por mínima que sea, para dar muestras de tu prepotencia, insolencia y falta de educación, para dar rienda a tu lenguaje ofensivo al insultara la Benemérita y a la Policía Nacional llamándolos piolines.
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