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No somos entusiastas de la RAE, pero sí de nuestro idioma, el español. Nuestro desapego hacia la institución es por muchas de sus, para nosotros, incomprensibles decisiones. Aunque hay que resaltar su importante labor contra la moda anglicista.
Hace unos días las redes sociales ardían a raíz de la aparición de una grabación en TIKTOK en la que tres enfermeras de la Vall d’Hebron en Barcelona parecían estar muy contentas en horas de trabajo olvidando sus tareas mientras una de ellas arremetía contra la obligación de demostrar sus conocimientos del idioma catalán mediante la obtención del certificado C1 para poder acceder por oposición a una plaza de enfermería en la sanidad pública catalana.
Los gitanos hemos conformado nuestro idioma no solo con las palabras con las que salimos de la India hace mil años, sino con los muchos términos que fuimos incorporando a nuestro lenguaje cogidos de lo que hablaban los habitantes de los países por los que atravesábamos.
Ya sea por tener un mejor currículum académico o por asegurarse un buen futuro profesional, lo cierto es que cada vez se muestra más interés por el aprendizaje de los idiomas. La vida del alumno debe ser una formación contínua en idiomas.
Los desaires a nuestro idioma, desgraciadamente, tienen muchos padres, muchas madres y muchos hijos de sus respectivos. A ninguno de ellos, al parecer, le importa un pepino la implantación, lenta, sorda y permanente de anglicismos que devalúan nuestra bella lengua al sustituir palabras en castellano por esas feas expresiones (muchísimas de ellas terminadas en “ing”) que tiene el inglés.
Las lenguas, los idiomas, son cuerpos vivos, nacen, crecen, se desarrollan, reproducen y mueren. Ejemplo de ello tenemos en nuestro bello Español que, desde que dio sus primeros vagidos con las moaxajas y jarchas o el espléndido Cantar del Mio Cid, hasta hoy, ha evolucionado de manera tal que a cualquier hispanohablante le cuesta entender bien algo que esté escrito cuando estos se compusieron.
Hay que defender, en contra de lo que pretenden, que el Condado catalán nunca fue un reino ni una identidad independiente. En la época de Carlo Magno constituyó, junto con parte de Francia, la Marca Hispánica, que abarcaba tierras de allende y aquende los pirineos, es decir, un territorio que servía de contención a la expansión de los musulmanes que no pudieron extenderse por lo que hoy conocemos como Francia, pues fueron derrotados por Carlos Martel en Poitiers.
La frase que me sirve de título es una verdad a medias y solo válida para la España oficial, ya que, en el resto del mundo, el español no deja de crecer constantemente y está entre los más bellos y aceptados. Parece mentira que todavía tengamos que aguantar, tanto en el lenguaje escrito como en el hablado, a los acérrimos que se mofan de nuestra bella lengua.
Todos tenemos amigos, familiares y conocidos que hablan el inglés de manera muy fácil y rápida. ¿Te has preguntado alguna vez si es necesario realizar hoy en día un curso inglés? Si tu respuesta es afirmativa, ¡Felicidades! En la actualidad es catalogado como el idioma más hablado a nivel mundial, al menos 1121 millones de individuos del mundo lo hablan.
Desconocemos el momento de la evolución en el que el homínido comenzó a modular los sonidos, posiblemente gruñidos que emitía desde su garganta, elaborando incipientes palabras con las que trasmitía sus pensamientos, llegando a forjar el habla. Quizá antes de que existiera la palabra el hombre se entendiese con sus semejantes por medio de las pictografías o iconografías que conllevaban una simbología sobre lo que se deseaba transmitir.
España es un país con una gran tradición cultural, artística, literaria etc. De España salieron grandes genios, pensadores, médicos eminentes etc. Y además tiene otra gran virtud, otro gran poder que es el idioma español, es un lenguaje, un idioma universal que hablan más de 500 millones de personas en todo el planeta y cada vez va más en aumento.
Hace años que aprender idiomas se ha convertido en un indispensable y, cada vez es más habitual encontrar a personas que hablan varios idiomas. Siendo el inglés el idioma más demandado y el que más hablamos los españoles (después del español), en segunda posición, el coreano se ensalza como uno de los idiomas de moda, y cada vez son más las personas que buscan cursos para aprender coreano.
Completar los estudios con cursos de inmersión lingüística en el extranjero es un requisito cada vez más esencial en el currículo de los pequeños estudiantes. Conscientes de esta necesidad, La Feria De Los Colegios ha contado siempre con un espacio reservado a los estudios en el extranjero y este año, en su VIII edición de Madrid, ha elegido los cinco países más demandados por los estudiantes y sus familias para formar parte de sus jornadas.
Desde aquellos gritos de “a por ellos” en los cuarteles de la policía nacional y la guardia civil, con los que centenares de ciudadanos españoles despedían a las fuerzas de orden público como si se tratara de nuevos héroes en peligrosa misión de salvamento de una patria amenazada por unos individuos empeñados en hablar una lengua diferente al castellano, se ha extendido por la mayor parte de España una cierta malsana sensación hacia todo lo procedente de Catalunya.
Como sigo siendo gran amigo de los refranes, y además poseo para consultar los tres tomos de esa gran obra titulada “Refranes y Paremias Grecolatinas”, cuyo autor es mi amigo el cordobés Rafael Martínez Segura, hoy quiero emplear uno que viene “al pelo” para ocuparme de Cataluña, esa región del nordeste de España que se encuentra al borde del abismo porque ellos, por acción u omisión, se lo han buscado. Se trata del refrán que dice así: “Quien mal anda, en mal acaba”.
Hoy no puedo ser condescendiente con lo que pasa en Cataluña. Siempre que he escrito sobre esta región española he procurado hacerlo con la mayor ecuanimidad, a la vez que, con verdad y dureza, como suele ser mi costumbre. Hoy tengo que ser beligerante con unas gentes que no merecen el título de personas, porque son verdaderos animales.
No hay peor ciego que quien no quiere ver. Este dicho de nuestra lengua se puede aplicar con toda propiedad a los catalanes, la mayoría de ellos independentistas que rehúsan emplear la lengua oficial del Estado, que, según nuestra Constitución, es el Español. El sañudo y desmesurado ataque que en esa región está sufriendo nuestra lengua se manifiesta a todos los niveles, no solo en eldela enseñanza,sino en el resto de las actividades de los ciudadanos.
Esta serie histórica está siendo grabada en los terrenos originales en los que se desarrollan los hechos con los que se intenta destruir una historia y un país. Como siempre, el “director” y el “productor” han pensado que lo más importante es la utilización de la lengua correcta, la que mejor sepa expresar la finalidad del proyecto.
En España, señores, hemos entrado de lleno en la época de los despropósitos gubernamentales, a precio de saldo. Parece ser que todo lo que se está organizando en esta nefasta etapa de entreguismo del país a quienes tienen el propósito de llevarlo al desguace, tiene un componente encaminado a trastocar los valores tradicionales de los que hemos gozado durante años.
No voy a escribir sobre los fenómenos atmosféricos, aunque para ello habría suficiente materia a la vista del panorama que tenemos delante de nuestras narices. Pero, una vez más, quiero referirme al acoso constante y permanente que padece el español, nuestro bello idioma, y no solo de nacionalistas de “poco pelo”, sino de adolescentes presumidos, de políticos estúpidos y periodistas aparentemente serios.
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