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Hablar de la muerte sigue siendo un tabú en nuestra sociedad. Pese a su inevitabilidad, a menudo evitamos afrontarla o reconocerla, como si ignorarla pudiera alejarnos de su realidad. Sin embargo, acompañar a un ser querido en el proceso de despedida puede ser una experiencia profundamente humana y amorosa.
A menudo siento que la ciudad y su velocidad nos ciegan, que el paso fugaz de las semanas no nos permite ver nada, más allá de las actitudes de lo cotidiano, hasta que nos estrellamos «como golondrinas en la noche» o contra la pared de nosotros mismos. A menudo siento que vivimos en burbujas de iguales que no nos permiten percibir el frío ni el calor del exterior, es decir, es como si volásemos en una pompa de jabón metidos dentro de nuestra propia fantasía.
Con el inicio de un nuevo año, vendrá bien explorarse y quererse. Esto nos demanda activar otros lenguajes más del corazón que de la mente, para que el cuerpo se agite y nuestro interior repose. Por tanto, en este tiempo en el que suelen proliferar los sanos propósitos; yo mismo, me he dispuesto a compartir ideas que manan de mi interior y que me reclaman mayor libertad.
Hoy queremos invitarlos a reflexionar sobre un aspecto presente en la obra titulada "Meditación" ("Besinnung"), escrita por Martin Heidegger entre 1938 y 1939, publicada póstumamente en 1997, en la que el autor profundiza en sus preocupaciones sobre la técnica, la modernidad y su impacto en la relación del ser humano con el mundo.
Se suele afirmar que la realidad supera a la ficción, aunque no queda claro a qué se refiere dicha aserción, pues la ficción suele inspirarse en la realidad, por aquello del Arte imitando a la Naturaleza. Lo que sí parece es que tendemos a preferir la ficción, cuyos contornos se nos ofrecen siempre definidos y cuyo desarrollo atesora una lógica interna expresada en forma de relato, de diálogo o de variadas formas audiovisuales.
Sin entrar en los significados crípticos de los jeroglíficos en las civilizaciones antiguas, mantienen en la actualidad un interesante atractivo; con cuatro signos bien dispuestos, sacan a relucir detalles importantes de cuanto acontece, que de otras maneras pueden pasar desapercibidos.
El autor Eduardo Martínez March, quien ha vivido el mundo empresarial desde distintas perspectivas, ha escrito el libro ¿Emprendo o trabajo para otro? con la idea de compartir con el lector sus experiencias en la dirección de su propia compañía, con sus sacrificios y recompensas.
El hijo quiere mucho a sus padres, mas no tanto como los padres a ellos. Por lo general, el hijo abandona a sus padres en libertad en busca de su destino, y así formar su hogar con la mujer de su sueño, a fin tener una felicidad diferente y poder reproducirse, deseando ser en su nuevo núcleo familiar como lo fueron sus padres, y si regresan es ante una obligación o necesidad ineludible.
Cada amanecer, lleva consigo el mejor soplo, el de la vida. La acción germina en el hoy, es cuestión de despertar, de ponerse en camino para no perder el tajo del sueño. Lo importante radica en no desfallecer, en mirar el futuro con mente abierta, previo situar el corazón con su nívea voluntad y oponerse a seguir pasos que nos aprisionan y envilecen.
Hoy quisiera invitarlos a leer un ensayo entrañable y necesario para nuestro tiempo, marcado por la tecnología, el individualismo y la alienación voluntaria, una época en la que el nihilismo se ha convertido en una amenaza latente para la humanidad. Se trata de la obra "La resistencia" (2000) de Ernesto Sábato, y emerge como un llamado urgente a la reflexión y la acción.
Somos más otoñales que primaverales, quizá por vernos abocados al trágico final, con deterioros y fallos progresivos. Los rutilantes pétalos de la vida caen sucesivamente y asumimos el fenómeno de la caída como directriz principal, sin percatarnos de la diferencia crucial entre el deterioro vital inevitable y la destrucción viciosa de aquellos pétalos, atributos vitales, que no hubieran desaparecido hasta el final.
Al inicio de un nuevo año, resulta esperanzador poder elevar la mirada, con el propósito de reorientarnos hacia un horizonte en calma, con pulsaciones líricas y pausas silenciosas. Necesitamos atravesar la puerta del alma para reconocernos y vernos, despojados de contiendas y restituidos de sueños.
No quise ver el documental sobre los últimos días de la vida de Pau Donés, 'Eso que tú me das', cuando lo emitieron en 2021 por temor a experimentar sentimientos encontrados. En su momento recibió muchas críticas positivas que hablaban del buen morir y de los magníficos consejos dados en un momento tan esencial como es el de encontrarte a las puertas de la muerte, con fecha de caducidad, y afrontarla con esa manera tan positiva de marcharse.
Otro año que se aleja sin alegatos ni algarabías, solo dejándonos innumerables historias de su estancia, esas memorias que alegran y hacen brillar nuestros ojos, o simplemente desgarran el alma; doce meses, trescientos sesenta y cinco días, es la certeza que hemos estado presentes o ausentes en este lapso de tiempo.
Lo importante radica en reconocerse en el camino, en comprobar la veracidad de nuestros andares, que no deben reducirse únicamente a lo material; puesto que requerimos también de otras necesidades anímicas que están ahí, y que nos sirven para encauzar nuestro estado de ánimo vitalista.
Sin lugar a dudas, vivimos un tiempo de grandes transformaciones y desafíos, afirmación que vengo repitiendo como mantra en cada una de las tribunas que en este espacio me permite reflexionar sobre el tiempo que como generación nos ha tocado vivir. Un momento, único en la historia, pero con la gran responsabilidad de llevar a cabo la configuración de un nuevo tiempo en el planeta tierra y en la convivencia relacional entre los seres que habitamos en ella.
Cuando las jerigonzas se extienden en los ambientes modernos, las habladurías altisonantes no pasan de generar unas algarabías sin sentido. Los hechos repercuten en cada ciudadano, sin guardar relación con lo que se dice. Se consolida una distorsión de graves consecuencias, lejos de ser una rareza, se generaliza en la práctica diaria.
Antes de hacer una breve reflexión sobre la paz -y desde ya sobre la guerra- debemos, creo, cavilar primero en el hombre. Hay implícita una antropología del mal. Un ser dotado con inteligencia superior a la del resto de los seres vivos, pero, a pesar de ello -o por causa de ello- capaz de las más inimaginables atrocidades.
¿Existe un nuevo pensamiento español, existe una nueva filosofía…? Por lo general, cada generación, veinte o treinta años, surge una nueva generación cultural. Surge una nueva generación cultural literaria o poética o teatral o del cine o de la fotografía o de cualquier otro saber.
Afrontando las navidades, fiestas intemporales que van más allá, desde el punto de vista religioso y cultural, de su actual avatar cristiano, vuelvo, mucho tiempo después, a las cuevas del Castillo, en Cantabria; allí, inmortalizadas en las paredes cavernarias, me encuentro de nuevo con aquellas manos que otros humanos inmortalizaron hace decenas de miles de años.
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