| ||||||||||||||||||||||
La pregunta "¿Puede uno ser plenamente humano sin sufrir tragedia?" nos lleva a reflexionar sobre la naturaleza de la vida, el sufrimiento y la conciencia. Anthony De Mello, en su obra Despierta. Para De Mello, el origen del miedo, y por ende de todo mal, proviene de la ignorancia de nuestra propia naturaleza. "Del miedo viene todo lo demás", nos dice, pero este miedo no está dirigido principalmente a la muerte, sino a la vida misma.
Un mero crecimiento económico no basta, el avance ha de ser plenamente humano, lo que requiere de un bienestar integral de la persona, en todos los ámbitos existenciales y de modo equilibrado, promoviendo así los esfuerzos conjuntos y cooperantes. Este objetivo debe conducirnos a una mayor concienciación entre sí, poniéndonos al servicio de la ciudad terrenal y del bien común.
En la filosofía de Aristóteles, el cuidado del cuerpo ocupa un lugar significativo, particularmente en relación con su concepción de la “areté”, o “virtud”, y la búsqueda de la “eudaimonía” (felicidad o florecimiento humano”. Recordemos que Aristóteles ve el cuerpo no como un fin en sí mismo, sino como un medio que nos facilita el desarrollo de las virtudes y la vida en plenitud.
Cuando bebas lágrimas, recuerda los motivos. El mundo tiene que volver a ser una familia, un hogar de luz y certeza, cuya ciudadanía debe comprometerse públicamente en aunar esfuerzos, para poder ofrecer el futuro que queremos. Hoy en día, la urgencia de que todos los pueblos se adhieran, para cumplir la promesa de las Naciones Unidas, nunca ha sido mayor.
Juzgo que, a bastantes ciudadanos, se nos va quedando cara de distopía, ataviada, en el caso de algunos, con cierto efecto de parálisis del buen juicio. Desea uno evitar la paranoia propia de los adictos a la conspiración (calificativo demasiado vago, que alude a planteamientos muy diferentes en verosimilitud e intensidad), pero la realidad se presenta, en estos tiempos, bastante espinosa para quien pretenda encararla mediante el análisis racional.
“Desde mi [j]aula”: De pequeño me encantaba resolver el pasatiempo de encontrar las siete diferencias. Dos imágenes, a priori iguales, mostraban que, si te fijabas un poco, podías percibir detalles de la realidad que singularizaban cada una haciéndola distinta. Ese juego infantil se ha convertido en una especie de máxima que he intentado aplicar cada temporada escolar para lograr que la vida no se vuelva pegajosa y que la rutina no se transforme en monotonía.
Las dificultades afrontadas cada día son obvias y de todo género, nos sacuden desde los sectores más diversos con infinidad de matices. Su reparto tampoco resulta equilibrado, la intensidad de los obstáculos se distribuye en la variedad más absoluta; con el añadido de las variadas capacidades de cada individuo para percibirlos y enfrentarse a ellos.
La palabra escrita habla y piensa, y deja resultados que discurrir. La mentira es una verdad, y la verdad puede ser una mentira.Dentro de la ¡cultura de las artes! no existe nada feo, debido a la diversidad de ideas y pensamientos del ser. Lo que a usted no le gusta a otros sí.
Desde siempre, tender la mano como verter sonrisas o abrazar al desvalido, ha sido un necesario lenguaje del corazón, que cualquiera requerimos en algún momento, máxime en una época con tantos frentes abiertos y con las barreras de la indiferencia en permanente ejercicio, lo que nos hace que seamos incapaces de finalizar con el maltrato social e institucional.
Todos vamos a morir, tarde o temprano, ¿qué novedad, verdad? Aunque parezca una afirmación obvia, la mayoría de los mortales vivimos haciendo todo lo posible por esquivar dicho suceso por varios motivos. Pues bien, hoy reflexionaremos sobre la finitud como aspecto constitutivo de una vida plagada de posibilidades y cuya única imposibilidad de todas ellas, es la muerte.
Siendo conscientes, y respetuosos, de las leyes de la física y sus derivados químicos y biológicos, ya que además determinan nuestra existencia y nuestra práctica, ¿podemos ignorar alocadamente las leyes del materialismo histórico que condicionan nuestra vida social como miembros de una clase social en una formación social concreta?
Ser buen ciudadano significa que seamos virtuosos guardianes de todo lo que nos circunda y tiene vida, comenzando por nosotros mismos en la ayuda. Sin embargo, cuando se desgarra este afán y desvelo, suele producirse un cambio de aires verdaderamente deshumanizador e inhumano.
Ínsulas, islas, penínsulas y continentes. Por pedir, nos apuntamos a lo más grande, con inmensos contenidos e incluso perifollos incoherentes. No obstante, nos encontramos con frecuencia las decepciones más inesperadas, fallan muchas cosas entre tantas grandezas.
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar en torno a un fenómeno que, aunque es menos visible que el analfabetismo absoluto, tiene profundas consecuencias para los individuos y la sociedad. El analfabetismo funcional podría definirse por la capacidad de saber leer y escribir, sin poder comprender o interpretar adecuadamente lo que se lee y se escribe.
La necesidad de una gobernabilidad global está ahí, esperando la conjunción de todos, tanto afectivamente como efectivamente, para ser capaces de entendernos y atendernos mutuamente; lo que requiere crear los consensos oportunos y tomar las decisiones políticas precisas, sobre todo en cuanto a las necesidades reales de la gente en materia de salud y educación.
Nos necesitamos unos a otros, máxime en un tiempo de perturbaciones constantes y de demoledores desastres, en parte avivados por los persistentes combates que han destruido innumerables medios de vida, sumiendo al mundo en una verdadera selva de inhumanidades.
Si por hablar fuera, estamos rodeados de desbordamientos por las desmesuradas intervenciones. No hay sector de las actividades humanas libre de las argumentaciones sin control en torno a la ética. Es utilizada como un estandarte testimonial. Su simple mención avala las conductas.
Hoy queremos invitarlos a reflexionar sobre un vicio que corrompe tanto al individuo como a la sociedad en general, a saber, la codicia entendida como un deseo incontrolado de acumular bienes materiales o poder a toda costa, destruyendo así la capacidad de disfrutar todo aquello que sea esencial en la vida.
Hoy más que nunca, tenemos que proclamar y propugnar la dignidad de la persona; puesto que no cesan de aparecer con fuerza una crisis profunda de los valores humanos, lo que requiere una más ferviente concienciación de las injusticias sembradas, con la imputación a los causantes de estos inhumanos atropellos, comenzando por las grandes potencias nucleares, que deben dejar de juguetear con el futuro de la humanidad.
En la sociedad actual, la importancia de la autoestima y el amor propio es un tema recurrente. Se habla de la necesidad de amarse a uno mismo para poder amar a los demás, una idea que encuentra eco en muchas teorías psicológicas y filosóficas modernas. Erich Fromm, en su obra, destacó el amor como la esencia de la vida y señaló cómo, a menudo, buscamos este amor fuera de nosotros mismos, ya sea en la religión, en grupos políticos, o incluso en comunidades deportivas.
|