| ||||||||||||||||||||||
Transitamos por un tiempo donde la racionalidad del siglo XX está en crisis. En el campo de la comunicación y la política, ciertos términos como “Estado”, “mercado”, “público” y “privado” han sufrido erosiones. ¿Qué significa hoy recordar los antiguos argumentos que se desplazaban entre supuestas certezas de identidad y una cultura política? ¿Cómo transitar entre las finanzas y la legitimidad en la construcción social de relatos y territorios?
En el famoso "Mito de la Caverna" de Platón, se nos presenta una metáfora poderosa sobre la naturaleza del conocimiento y la condición humana. En este relato, los prisioneros viven encadenados desde su nacimiento en una cueva, donde sólo pueden ver sombras proyectadas en una pared, creyendo que estas sombras son la realidad. Cuando uno de ellos escapa y ve el mundo exterior, descubre la luz del sol, símbolo del conocimiento y la verdad, que contrasta con la oscuridad de la caverna.
La migración es un fenómeno imparable, por causas que son de sobra conocidas por todos. La pobreza, violencia, guerras y conflictos son el origen. Sucede, porque millones de personas en todo el planeta sufren las consecuencias de la falta de recursos básicos, para poder vivir con dignidad. La pobreza extrema es frecuente en partes de África y en otros continentes y a esto se une la violencia y la explotación laboral.
Los espacios nos definen, ya sea al nacer, al crecer, incluso al morir. El nombre del lugar donde naces y mueres te acompañará siempre en tu pequeño currículum geográfico. Recuerdo a mi madre en sus últimos años como, por circunstancias y también por asueto, gustaba de viajar; ella que en su primera juventud no lo hizo nunca, salvo algunos traslados en carro con su padre vendiendo fruta, y luego inmersa, como estuvo en criar y atender a niños y mayores durante mucho tiempo.
Recordemos por un instante que, desde la creación del Estado de Israel en el año 1948, se han sucedido guerras, intervenciones extranjeras y ciclos interminables de violencia que han dejado profundas heridas en las sociedades de la región y en sus seguidores, dispersados en todo el mundo.
Realmente, es indudable que el nuevo y negativo instrumento de poder es el control de la conducta de los ciudadanos, desde una perspectiva que niega el valor de las libertades humanas. La vigilancia líquida de Bauman pone de manifiesto, que los sistemas de vigilancia pueden utilizar el poder para controlar y censurar conductas. Las sociedades están sometidas al cibercontrol, lamentablemente, en mayor o menor medida.
Imagina a una pareja que lleva décadas casada. Su relación no siempre ha sido fácil, pero han aprendido que el amor trasciende las emociones pasajeras y los momentos difíciles. Han descubierto que amar es, en esencia, un acto de voluntad: una elección diaria de entrega y aceptación.
Yo soy yo. Quizás la tautología sea tanto como no decir nada. O, tal vez, a buen entendedor con pocas palabras basten. Desde que la posmodernidad parida por los filósofos franceses vino a decir que todo era texto y el texto por sí mismo era interpretable, esto es, que el texto era discurso narrativo que cada uno hacía suyo a su manera, la eclosión de diversas identidades grupales formaron un vasto mercado para que cada uno vendiera su yo como esencia de lo que era o quería ser.
Hoy queremos invitarlos a reflexionar sobre un asunto filosófico que tiene mala prensa por no ser comprendido cabalmente, a saber, el pesimismo como actitud ante la vida de quienes ven en el sufrimiento, la desilusión y la fatalidad elementos esenciales para entender nuestra existencia.
Durante muchos años la Iglesia católica ha condenado el uso de anticonceptivos, desde la Encíclica de Pablo VI, aunque algunos cardenales como el futuro Papa Juan Pablo I pensaban que no había que prohibirlo (luego se sumaron a la decisión papal). Mucho se ha dicho sobre si esa doctrina “irreformable” pertenecía a una doctrina “definitiva”, pero ya se ve que es difícil, en el contexto de cada momento histórico, distinguir lo disciplinar de lo doctrinal.
Ayer, sentado en el parque, con Canela, mi perrita, rememorizaba algunas de las circunstancias que he vivido o, mejor dicho, que todos hemos vivido estos pasados algunos cercanos, otros un poco más lejanos. Quiero plasmar en forma resumida, las ideas principales, que de una forma u otra han podido afectar a mi realidad actual.
Una vía hacia la felicidad es la consideración de los retos de la vida, como oportunidades para mostrar de qué estamos hechos a nosotros mismos y a los demás. En toda existencia aparecen obstáculos y problemas, porque la vida, en sí misma, es problemática y no puede ser de otra forma. Una actitud optimista y realista sirve para la interpretación de las circunstancias vitales, desde una perspectiva positiva. Esto mismo puede marcar una gran diferencia, en el nivel de nuestra calidad de vida.
Una ducha fría me sentaría bien, el agua es sinónimo de salud… bajo la ducha me dan ganas de cantar ópera, como si fuese una mujer muy alegre y culta. Me gustan las amapolas, en esa flor tan simple se esconden muchos secretos de cosas que desconocemos… esto no es más que una reflexión simple. Esas amapolas me dicen que Dios existe, que los ateos son poco inteligentes ya que ni observándolas se dan cuenta de ello.
El creciente papel de los tribunales en la vida real y en la sociedad, responde a la complejidad de las situaciones y los conflictos que se producen, en la sociedad líquida en la que vivimos. Este fenómeno se observa en diversas áreas como la salud, la educación, la tecnología, el ámbito laboral y los derechos civiles. Uno de los ejemplos más claros es la judicialización de algunas decisiones médicas, en la etapa final de vida de las personas.
La libertad de expresión se plantea como una cuestión resuelta. Pero en este mundo traidor no hay nada resuelto ni garantizado. Al revés, parece que entramos en un periodo de arbitrarias animadversiones, tendentes al tratamiento distinto de cosas iguales. Parcelar la libertad de expresión es acabar con ella. Es problema similar al de la justicia: parcialmente aplicada (no juzgo a mis amigos y persigo a mis enemigos por los mismos delitos) que fácilmente puede degenerar en arbitrariedad.
En el idiolecto porteño (ciudad de Buenos Aires) es común oír durante estos días “qué va a ser” por “qué va a hacer” o “qué va a hacerle (usted)”. Ser/hacer… Se trata de una expresión originaria de la gente de campo mediante la que se reacciona (sin reaccionar). Es decir, se enfrenta la incertidumbre con más incertidumbre.
De improviso tenemos que cambiar la sombrilla de playa por el paraguas y la toalla por el chubasquero.
Ambiciones, ansias de poder, luchas, envidias, rencores, prepotencias, abusos del desvalido y otras tantas perversiones, constituyen la cara negra y dañina del ser humano. También hay otra faz blanca y benéfica y es la que representa las acciones de los hombres buenos, no hablo en sentido religioso, este trabajo no lo es, sino de aquellos que llevados por su bonhomía, ayudan y socorren a quienes precisan de ellos, aunque no lo conozcan.
Descubro, leyendo la prensa digital, alguna referencia al “modo de vida liberal”, inscrita en la disputa política sobre la inmigración en Europa y, asimismo, relacionada con la valoración de algunos actos violentos y luctuosos que afectan al debate migratorio. En realidad, eso que así se denomina, modo de vida liberal, se encuentra en riesgo de extinción, o tal vez ya está extinguido sin que lo advirtamos.
La antigua frase que nos decían cuando éramos pequeños: “cuando seas padre… comerás huevos”, se convierte en peccata minuta cuando vives la auténtica realidad. Ser padre conlleva una gran responsabilidad. Pertenezco a una generación que aceptaba la normativa paternal sin rechistar; si no había explicación plausible, los padres recurrían al “porque lo digo yo”. Respetábamos, quizás exageradamente, la figura paternal y no discutíamos sus decisiones.
|